Más política y menos comedia

Más política y menos comedia

Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. No sé si calculando una jugada de ajedrez en los cinco días recluido en la Moncloa o recurriendo a un golpe de póker al amanecer del lunes. Ha decidido seguir, con más fuerza si cabe, y la teatralidad de la operación ha confundido a quienes lo querían fuera y a los que imploraban que se quedase y así mantener sus posiciones.

Es un crack que descoloca al personal superando adversidades reales o ficticias. Combina, siguiendo las sutilezas de El príncipe de Maquiavelo, la fuerza y la astucia, la fortuna y la audacia. No le importa ser amado o ser temido, lo que pretende es ostentar el poder utilizando las herramientas de que dispone. Y, hasta ahora, lo ha conseguido aun a costa de gobernar en contra de la mitad aproximada de españoles, a los que sitúa en las tinieblas de la derecha y la extrema derecha. Sin un pacto con la otra España en unas cuantas cuestiones principales, auguro mayores convulsiones en la etapa que comienza tras el largo e inédito parón del mes de abril.

A van chartered by ultra-conservative activist group Hazteoir.org drives past people holding Spanish flags during a daily protest against Spanish Prime Minister Pedro Sanchez near Spain's Socialist Party (PSOE) headquarters after Sanchez decided to stay in office in Madrid, Spain April 29, 2024. The screen displays Spanish Prime Minister Pedro Sanchez and the phrase ”I’ve decided to continue”.  REUTERS/Susana Vera

  

Reuters

Los adversarios de Sánchez no están solo en la oposición, sino en la judicatura y en los medios de información. Sostiene el Gobierno que lo que es inquietante no es que los jueces hagan su trabajo, sino que se apoyen en los medios de información para derribar a la clase política. Hay que ser ingenuo para no haberse dado cuenta de esta práctica tan frecuente en muchas democracias liberales. Él mismo tiene experiencia en el trato con jueces y periodistas.

Hay que ganarse la confianza de la mayoría que quiere ser gobernada responsablemente

El punto y aparte anunciado por Sánchez no consiste solo en discursos contra el “movimiento reaccionario mundial”, sino en futuras leyes que se aprueben con los requisitos establecidos por la Constitución y que protejan los intereses contrapuestos de los ciudadanos en cualquier sociedad moderna. Hay un viejo principio en la ciencia política que dice que el momento más delicado de los gobiernos es cuando empiezan a reformarse. Aquí estamos.

Si cambia las reglas de juego de la judicatura sin el establecido consenso, cometerá un error. Y si quiere silenciar a la prensa, por muy hostil, canallesca y miserable que sea, cavará un hoyo más profundo en la confrontación de las dos Españas. En todo caso, una democracia solvente y sólida consiste en una oposición dura, una justicia independiente y una prensa crítica y libre. Se lo oí a Joe Biden en la cena del viernes con los corresponsales acreditados en Washington, un espectáculo lleno de humor y dardos sutiles pero envenenados contra el huésped de turno de la Casa Blanca. Un poco de ironía, por favor.

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Lluís Foix
lv

Un aviso a navegantes respecto a la reorientación de los medios, mayormente los digitales, que se están convirtiendo en fábricas de emociones sin promover análisis basados en los hechos. El legendario periodista Walter Cronkite fue elegido como el hombre que más confianza inspiraba a los norteamericanos hace medio siglo. El gran público se fiaba de sus comentarios.

Sánchez dice que no hay que confundir la libertad de expresión con la libertad de difamación y que hay que demostrar al mundo cómo se defienden la democracia y la libertad. Muy de acuerdo. Pero previamente hay que aspirar a algo más simple, que es ganarse la confianza del mayor número de ciudadanos que aspiran sencillamente a ser gobernados con responsabilidad y sentido común. Sin hacer comedia.

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