La culpa fue del reguetón

La culpa fue del reguetón

Argentina es imprevisible. Medio siglo a.M . (antes de Milei) el nieto de cuatro abuelos catalanes Gerardo Masana creó Les Luthiers y se pusieron a fabricar instrumentos informales para sus conciertos, como el narguilófono, el contrachitarrone de gamba o el tubófono silicónico cromático. Estos días triunfa la figura de Roni Bandini, una especie de inventor alternativo. Podría ser catalán, porque hace cosas (bonitas pero que parecen inútiles), como el Rayuelomatic –máquina para leer la novela Rayuela de Cortázar– o Borgy –un muñeco Furby reprogramado que recita citas de Borges–.

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Bad Bunny en una actuación el pasado febrero en Las Vegas 

DAVID BECKER / AFP

Si ahora se habla más de Bandini es porque, harto de padecer el reguetón a todo volumen con que le torturaba un vecino, contraatacó con un invento que lo peta: el Reggaeton Be Gone. Se trata de un programa capaz de detectar si la música que suena es reguetón y, acto seguido, activar un inhibidor de bluetooth que desactiva los altavoces más cercanos. Contarlo en las redes le ha supuesto un salto a la fama.

¿Se hubiera viralizado si en vez de reguetón fuese reggae o tango?

En realidad, el invento no funciona demasiado. La distancia y las paredes pueden minimizar el efecto del inhibidor y, por otro lado, en muchos países (como el nuestro) el uso de inhibidores es ilegal para impedir que los cacos desactiven alarmas. Así pues, ¿por qué todos hablan de él con tanto entusiasmo? Pues porque Bandini dispara contra el reguetón. ¿Se hubiera viralizado si su programa detectase (y desconectase) la música de reggae o tango? ¿O rock’n’roll, rumba, blues, jazz, flamenco, ópera, trap, mambo, música de cámara? ¿No es igual de molesto que el vecino te torture con temas de Taylor Swift que con reguetones? Cada época tiene sus demonios. Hace años, en circunstancias similares, contraataqué con Wagner a todo meter y se acabó la tontería.

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