No todo debe ser publicado
Un tribunal británico lleva dos días estudiando la extradición a Estados Unidos de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, acusado de 17 delitos de espionaje. Es fácil ponerse del lado de todos los medios de comunicación y asociaciones de periodistas que reclaman estos días su liberación en defensa de la libertad de expresión. El trabajo de Assange permitió conocer actividades ilegales de Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán, desde bombardeos, asesinatos de civiles y torturas hasta una larga lista de fechorías que merecerían una investigación en profundidad de las autoridades norteamericanas, en lugar de matar al mensajero.
Dicho esto, la divulgación de los datos de Assange puso en peligro la vida de algunos agentes o colaboradores de los servicios de espionaje occidentales en Oriente Medio. Y ello me lleva a reflexionar que la libertad de información y expresión es sagrada, pero también lo es la responsabilidad de los medios sobre aquello que publicamos, y en ocasiones no todo puede ser publicado. En este mundo de saturación informativa, donde las noticias falsas tienen más facilidades que nunca para ser distribuidas gracias a las redes sociales, y donde la IA está ya en condiciones de publicar miles de noticias sin control humano, es bueno que los grandes medios hagan un ejercicio de responsabilidad y ejerzan un control de autocensura si alguna noticia puede poner en peligro una vida humana, como parece que ha sucedido en el caso que nos ocupa.
Esta reflexión no es una invitación para que Assange sea extraditado. Estuvo encerrado siete años en las dependencias de la embajada de Ecuador en Londres y otros cinco en una prisión de máxima seguridad de la capital británica. Quizás ya haya sido más que suficiente, y su salud también es muy precaria.
Pero el papel de los medios no puede ser simplemente el de ser meros transmisores de los 400.000 documentos y cables diplomáticos que el equipo de Wikileaks obtuvo del Pentágono, sino que se trata de seleccionar lo que realmente es denunciable y obviar lo que puede poner en peligro a personas. Reclamemos libertad de expresión, pero seamos también responsables de aquello que publicamos.