Apocalipsis ahora
Podríamos decir que el 2024 ha tenido una entrada aparatosa y exagerada. Vienen muchas elecciones donde pintan bastos, empezando por las norteamericanas, que pueden restituir al gran bebé mentiroso de Trump, o las más cercanas, como unas europeas donde se juega el giro de la UE hacia posiciones antiliberales y ultras o las gallegas, donde el PP está de los nervios por si pierde la mayoría absolu- ta de las últimas dos décadas. Todas las campañas electorales están siendo bastante exageradas, que es decir mucho en un género que tiende a la hipérbole, el embuste a granel y las promesas ridículas. Por eso de la mayoría absoluta y también porque a su socio prioritario Vox le empiezan a reventar las costuras, el presuntamente moderado Feijóo está pisando a fondo el pedal derecho, mientras el Gobierno Sánchez retoma el deporte de gladiadores y procesistas.
Al fondo, los que pueden hacer, están haciendo. Como dos jueces que han aprovechado dos casos dormidos para acusar al independentismo de matar a Manolete, hundir el Titanic y asesinar a Kennedy. O quizás no tanto, pero solo les falta algo más de tiempo.
Bajo el griterío de la política, pasan las cosas alarmantes de verdad
Por suerte, del marco político, buena parte de los ciudadanos no se fijan en los detalles y miran de ir votando con saludables dosis de escepticismo. Lo deberían recordar los autores de campañas tan crueles y desmesuradas como “¡Que te vote Txapote!”, por si volver al terrorismo y a la fruta tampoco termina de funcionar.
Bajo este griterío, pasan las cosas alarmantes de verdad. La sequía que vive Catalunya, insólita pero síntoma de una tendencia que pronto será normalidad. Los resultados académicos de la generación de la covid, que encima sufre las amenazas de la IA, el exceso de pantallas, la pornografía violenta y las enfermedades de transmisión sexual, junto con las clásicas que vuelven porque los padres se hicieron antivacunas. Las guerras de exterminio, justo en la orilla del Mediterráneo, donde se ahogan centenares de personas huyendo de horrores que ni podemos imaginar.
Efectivamente, el año ha empezado con ganas. ¿Recuerdan cuando respiramos porque finalmente terminaba el 2020 y ya no lo podríamos pasar peor? Pues resulta que el 2024 nos ha salido competitivo.