La 'tomatina' de Ségolène Royal

FUTUROS IMPERFECTOS

La 'tomatina' de Ségolène Royal

La exministra francesa Ségolène Royal ha sido protagonista esta semana, cuando, ante las protestas de los agricultores franceses, se ha puesto el gorro frigio y, como si hubiera salido de un cuadro de Delacroix, ha atacado a los tomates españoles, a los que ha calificado de “falsos e incomestibles”. En Francia saben que la mejor defensa es un buen ataque y, en medio de las protestas del campo francés, la ha emprendido contra los tomates para darles la razón a los agricultores galos, que se quejan de que a ellos les exigen más controles que a los que provienen de España.

segolene royale

Ségolène Royal 

Llibert Teixidó

No aportó ningún dato objetivo para decir lo que dijo, pero eso forma parte de la política de nuestro tiempo, donde todo vale y los diputados pierden a diario una posibilidad de callarse. Ni siquiera adujo una experiencia personal en un restaurante de la costa levantina. Fue un acto de populismo de bajo precio y escasa percepción. El Partido Socialista francés está bajo mínimos, pero la que fue su candidata a la presidencia en el 2007 no parece estar en mejor forma cuando intenta montar su propia tomatina contra Madrid.

No hay nada más ridículo en política que hacer patriotismo con los tomates

El campo francés está que trina, hasta el punto de haber cortado todas las entradas a París y de haber llevado sus tractores ante las instituciones de Bruselas esta semana. A los agricultores franceses, que siempre han tenido un trato privilegiado en los organismos europeos, no les salen las cuentas. Y tienen la sensación de que las cadenas de distribución les aprietan hasta ahogarlos, pero también consideran que la UE les exige cada vez más burocracia y controles. Y en esas, salió Ségolène Royal, que con sus declaraciones intentó hacer un acto de patriotismo bastante ridículo, permitiendo que el presidente del Gobierno español le respondiera que estaba convencido de que no había tenido la fortuna de probar el tomate español y le invitó a consumirlos para ver que son imbatibles.

Una frase cortés para decirle que no sabía de lo que habla. Talleyrand mantenía que no se puede hacer una buena política con una mala cocina, pero se olvidó de añadir que tener una buena cocina no es garantía de que la política mejore. La exministra debió de enrojecer como un tomate de Barbastro al recapacitar en casa.

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