El comportamiento de JxCat me recuerda lo que días atrás le sucedió a una maestra y amiga. Un niño se quejó de que no le trataba bien. Sorpresa. “Hay días que me siento niña”, adujo.
–Hagamos una cosa. El día que te sientas niña me avisas porque yo no me doy cuenta.
Desde que el partido burgués y europeísta de Catalunya se creyó revolucionario, no dejan de sorprender. Y desconcertar. Al final, mi conclusión es tan subjetiva como su comportamiento: están seguros de que todo el mundo les debe algo.
Yo no creo que el mundo les deba nada y menos que nadie los jueces, la televisión alemana o los catalanes. Pero, claro, lleve usted la contraria a alguien convencido de que se lo merece todo...
Calcados a Trump o Netanyahu –los jueces se han confabulado–, declararon hace años la guerra al poder judicial y ahora se extrañan de su hostilidad y de que hagan su trabajo. Como aclarar la bromita de los contactos reconocidos con gente turbia de un país turbio, interesado –¿o no?– en desestabilizar la UE. De paso, se cargaron la trayectoria europeísta de Catalunya. Como el niño, podían haber dicho si era broma o alta diplomacia porque ahora resulta que era broma y la culpa es de los jueces y los periodistas que nos tomamos muy en serio sus tratos de tonto útil con el Kremlin.
Nadie debe nada a Junts y menos la TV alemana, la justicia o los catalanes
¿Les sorprende que un juez investigue o que la televisión pública alemana informe con rigor de semejante peligro para Europa?
Gracias al convencimiento de que el mundo está en deuda, Junts siempre imputa sus errores a los demás. De ahí que, con inconsciencia y superioridad moral –oído barra, ERC–, le gasten astucias a Sánchez, que ya debería haber anticipado cómo actúan, incluso con sus aliados.
Nunca esperes nada de quien cree que el mundo le debe todo...