En 1902 Bertrand Russell envió una carta al matemático Gottlob Frege con una pregunta que revelaba una contradicción en la teoría de conjuntos. Russell definía dos tipos de conjuntos, los que constan de conceptos que son miembros de sí mismos y los que no. Un ejemplo del primer caso sería el conjunto de ideas abstractas, porque él mismo es una idea abstracta. En cambio, un conjunto de libros no es un libro, de modo que no forma parte de sí mismo. Russell subió la apuesta y preguntó a Gottlob Frege si el conjunto de los conceptos que no forman parte de sí mismos forma parte de sí mismo. Era una pregunta trampa, claro, porque la respuesta es una paradoja.
Antes de entrar en un bucle destructor de neuronas mejor acudimos a los clásicos para dar con una formulación más clara: “El barbero que afeita a todos los hombres que no se afeitan a sí mismos, ¿se afeita a sí mismo?”.
La ley de Amnistía como presunto punto final del procés (que no acabe siendo un mero punto y aparte o seguido) provoca que la paradoja de Russell rija el actual momento político. La pugna entre los poderes legislativo y judicial ilustra las contradicciones de la teoría de conjuntos. ¿Quién incluye a quién? O, como diría Humpty Dumpty, ¿quién manda aquí?
La amnistía hace que la paradoja del barbero rija el momento político
Cuando el juez García-Castellón replica con interlocutorias los puntos de las negociaciones entre partidos políticos que llegan a la prensa, en realidad establece diálogo político con el poder legislativo para proclamar que forma parte del poder judicial. Lo mismo pero al revés pasa cuando el diputado del PP Esteban González Pons, en un ataque de sinceridad rápidamente rectificado, dice que el Tribunal Constitucional es el cáncer del Estado de derecho, ahora que sus correligionarios no lo controlan. ¿Quién juzgará a los jueces?