En medio de la revolución de la movilidad

En medio de la revolución de la movilidad

Estamos en plena revolución de la movilidad, como se puede ver en el suplemento especial Dinero de hoy, dedicado a esta área. El objetivo, plenamente asumido, es avanzar hacia una mayor sostenibilidad. Pero esta claridad en el camino hacia el que vamos no impide que se multipliquen las desarmonías. Será difícil y requerirá tiempo coordinar la movilidad con la sostenibilidad para lograr resultados apreciables. Ningún medio de transporte queda a salvo de las transformaciones, que son necesarias. El transporte es todavía responsable del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España.

El cambio de la movilidad por motor de combustión a la movilidad eléctrica se encuentra apenas en sus inicios, sobre todo en España, donde los esfuerzos de los fabricantes para ofrecer vehículos eléctricos chocan con la lentitud de las administraciones públicas para contribuir a su masiva utilización. Hay extrema lentitud en la instalación de puntos de recarga en todo el país y hay lentitud, además de cicatería, en el pago de las subvenciones establecidas para la compra de esos vehículos. Esto explica que seamos uno de los países europeos con menor penetración de los coches eléctricos.

Hay que redoblar los esfuerzos para avanzar en la sostenibilidad del transporte

No hay que ir muy lejos para saber lo que se debería hacer. Basta con mirar a Portugal. Allí los coches eléctricos representan ya el 31,5% del total frente a apenas el 11% en España. La clave de su éxito está en la aplicación directa de las ayudas en el momento de la compra del coche y en su baja fiscalidad.

Está también pendiente en España una apuesta clara por la renovación del parque de automóviles, que es uno de los más viejos de Europa. Mientras no llegue la generalización del uso de automóviles eléctricos sería importante impulsar el cambio de los automóviles viejos, que son muy contaminantes, por vehículos nuevos, que generan muchas menos emisiones.

La gran alternativa al uso del vehículo particular, sea de combustión o eléctrico, es el ferrocarril, tanto de larga distancia como de corta y media. En el primer caso, España dispone de una de las mejores redes de trenes de alta velocidad. Eso ha comportado millonarias inversiones que, sin embargo, han dejado al Estado sin dinero para atender el tráfico ferroviario de media y corta distancia, como es el caso de las cercanías. Ello obliga a que el coche sea prácticamente imprescindible para viajar entre la mayoría de las pequeñas y medianas localidades del país, y de estas a su vez con las grandes metrópolis. Esta desarmonía ferroviaria, por tanto, debería resolverse para poder avanzar hacia un transporte más sostenible. Igualmente, el transporte de mercancías por ferrocarril tiene todavía un gran trecho por delante para sustituir significativamente a los grandes camiones supercontaminantes que circulan por las carreteras, aunque el Gobierno se ha comprometido a impulsarlo en esta legislatura. La culminación del corredor ferroviario del Mediterráneo es clave para ello.

Los ayuntamientos de las grandes ciudades, como Barcelona, alarmados por los altos niveles de contaminación, han declarado la guerra al automóvil privado en favor de los peatones, las bicicletas y los patinetes, pero sin haber mejorado sustancialmente el transporte público ni las conexiones con el entorno metropolitano. Ese marco de guerra al automóvil debería generar, asimismo, nuevas opciones para superar el concepto de coche en propiedad hacia el uso del servicio compartido. Pero ese es aún un proceso muy lento. Mientras que el automóvil autó­no­mo, que tantas expectativas había creado, ni está ni se le espera por ahora. Exige demasiada inteligencia digital.

Pero no solo hay que poner el foco de la sostenibilidad en el coche y los camiones, sino también en el transporte aéreo y en el marítimo. En ambos es clave el incipiente y muy lento desarrollo de nuevos combustibles menos contaminantes.

La revolución de la movilidad sostenible está en marcha, pero, a la vista de lo dicho, aún le queda mucho para triunfar. Hay que redoblar los esfuerzos en todos los ámbitos.

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