El gran objetivo declarado del Brexit, la salida de la Unión Europea decidida en el referéndum del 2016, era la recuperación total de la soberanía por parte del Reino Unido. Tras la separación, se decía, Londres recuperaría –entre otras cosas– la libertad total de comercio y el control absoluto de sus fronteras. El tiempo ha demostrado que nada ha sido exactamente como se pintaba. Su ansiado acuerdo comercial con Estados Unidos aún duerme en un cajón y si es cierto que la inmigración europea ha caído en barrena, la extracomunitaria se ha disparado a niveles récord.
Todas las paradojas del Brexit podrían resumirse simbólicamente en el nuevo pasaporte británico. Así lo ha señalado en X (antes, Twitter) el profesor e investigador de la Universidad de Princeton Rhodri Lewis, quien mostraba una imagen de su flamante documento: “Mi primer pasaporte extracomunitario. En una ilustración extrañamente hermosa de lo absurdo del Brexit, fue impreso en Polonia por una empresa francesa y entregado por una empresa de logística alemana”.