Inestabilidad a la izquierda del PSOE

Inestabilidad a la izquierda del PSOE

A la izquierda del PSOE hay un espacio político que se caracteriza por su perfil identitario cambiante, por la fragmentación y por la inestabilidad. Así ha sido desde la recuperación de la democracia. Este espacio lo defendió en el Con­greso de los Diputados durante la I legislatura el Partido Comunista de España, con cierta cohesión y 23 escaños. En sucesivas legislaturas tomaron el testigo Izquierda Unida y otra alianzas, que oscilaron entre los cinco y los 21 diputados. Hasta que en la XI legislatura, Podemos y otras marcas asociadas capitalizaron el malestar de los indignados del 15-M, logrando 65 diputados, y amenazando la hegemonía del PSOE.

Ahora, a la izquierda del PSOE ondea la bandera de Sumar, con 26 diputados, mientras Podemos, tras escindirse de este bloque, suma cinco escaños. La enésima reformulación de la izquierda viene marcada por las dificultades para hacer honor a su nombre de Sumar, formación encabezada por Yolanda Díaz, y por el desgaste de Podemos, labrado durante su participación en el gobierno de coalición con el PSOE, en la anterior legislatura. Un gobierno cuya vicepresidencia abandonó pronto el líder morado Pablo Iglesias, y tuvo en Irene Montero a una titular de Igualdad controvertida.

La defensa del interés personal puede dañar el de la ciudadanía a la que se dice representar

Las posibilidades de esta izquierda alternativa parecen depender, entre otras cosas, de su capacidad para cristalizar en una nueva fórmula atractiva. El PCE se benefició de su trabajo en la clandestinidad durante el franquismo; Podemos supo rentabilizar el movimiento de los indignados; y Sumar, y en concreto Yolanda Díaz, ha tomado el testigo que le entregó Pablo Iglesias y trata de consolidar su proyecto en este espacio.

Pero Podemos, descontento con la estrategia de Sumar y lo que considera ninguneo por parte de esa fuerza, se niega a diluir su marca, aun sabiendo que tal resistencia puede restar fuerzas a la izquierda y obrar contra la viabilidad del actual Gobierno de coalición. Nada indica que esta actitud vaya a cambiar pronto. Como muestra, la elección de Íñigo Errejón como portavoz parlamentario de Sumar, enfrentado con Podemos. Esta realidad, apreciable en la escena estatal, tiene su correlato en la escena catalana, donde Podem y Comuns, que antaño unieron fuerzas, aplazan su divorcio pero han decidido ya concurrir por separado a próximas elecciones. El futuro de este espacio político está pues condicionado por la naturaleza de quienes aspiran a dominarlo, por el gen divisivo, por el personalismo, complicando todo ello su futuro. Dicha naturaleza, expresada en varias fases históricas, interpela ahora a quienes quieren escribir otro capítulo de la izquierda alternativa.

Su mañana no será el mismo si priman los intereses personales o de marca sobre los de los ciudadanos a los que dicen querer representar.

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