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Un Robinson urbano

FUTUROS IMPERFECTOS

Màrius Carol Consejero editorial

Leonard Cohen escribió una canción (Anthem), en la que decía que “hay una grieta en todas las cosas, así es como entra la luz”. La letra es todo un canto a la superación y a la resistencia; a la esperanza, en definitiva. He vuelto a escuchar la canción para que me sirviera de banda sonora mientras redactaba esta columna sobre la historia del niño de Nersac, un municipio de 2.400 habitantes en las afueras de Angulema (Francia), que vivió solo entre los 9 y 11 años, abandonado por sus padres. 

Un niño camina solo bajo la lluvia 

L. Guerrero/Archivo

Un diario local, Charente Libre, ha publicado una historia terriblemente triste, que es todo un ejemplo de resiliencia. Triste porque su madre y tutora legal le abandonó en un piso de protección oficial para marcharse con su compañera a 15 kilómetros de distancia. Al menos, de vez en cuando le traía comida en su motocicleta o se lo llevaba al supermercado para comprarle conservas y bollería. Y luego volvía a marcharse, dejando al pequeño desamparado, confiando en su autonomía personal y en su instinto de supervivencia. En ocasiones, el niño completaba su dieta arrancando tomates del huerto de una vecina.

Por lo que ha explicado el muchacho a los agentes, pasó temporadas sin electricidad, calefacción o agua caliente. Entonces dormía acurrucado bajo tres edredones. En la escuela no vieron nunca nada que les preocupara, pues iba limpio y correctamente vestido, y sacaba buenas notas.

Un niño de nueve años vivió más de dos años solo en las afueras de Angulema (Francia)

El chico ha llevado durante casi mil días la vida de un Robinson urbano, capaz de improvisar soluciones a los problemas que se le iban presentando, sin protestar ni pedir ayuda. Todo se descubrió cuando finalmente un vecino llamó a la gendarmería. El juicio condenó a la madre a un año y medio de prisión, aunque no ingresará, si bien deberá llevar una pulsera para controlar sus movimientos.

El caso pone de manifiesto que estamos construyendo un mundo con cada vez menos vínculos sociales, hasta el punto de que ni los familiares, ni los vecinos, ni la escuela fueron capaces de advertir esta tragedia. Y como la infancia en contextos de precariedad social está especialmente desprotegida. Toda una fábula contemporánea, que debería avergonzarnos. E inducirnos a estar alerta. A ver la luz en la grieta a la que se refería Leonard Cohen.

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