Sucumbir al ‘yo’

Sucumbir al ‘yo’

La pensadora Naomi Klein explica hacia el final de su último libro, Doppelganger (Paidós), que cuando tenía 26 años y trataba de encontrar sello para el que acabaría siendo su primer libro, No logo, una de las muchas editoras que lo rechazó le dijo: “A mí me gustaría leer este libro, pero los lectores quieren libros de memorias sobre desórdenes alimentarios”.

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La periodista y escritora Naomi Klein  

Xavier Cervera

A la joven Klein la “soliviantó” entonces que el único campo de experiencia aceptable para una escritora joven fuera el de su propio cuerpo. Ignoró el consejo y siguió adelante con su libro sobre el poder de las marcas. Esa escena tuvo lugar a finales de los noventa y se podría decir que quien a la larga ganó la partida fue la editora y no la escritora. 

El negocio editorial aún habría de pasar por la oleada de la llamada misery lit, la literatura de la desgracia, que encumbró libros basados en experiencias personales penosas, y metabolizar todo lo que, a falta de 200 términos mejores, hemos convenido en llamar autoficción. Otra cosa que se ha exagerado en estas dos décadas es el doble rasero. Han sido las mujeres y los autores con identidades, digamos, minorizables –cualquiera susceptible de ser tildado de minoría– quienes se han visto empujados a escribir de lo suyo y, si se rebelaban daba un poco igual, porque todo el mundo iba a pensar que ese texto al que insisten en llamar novela es en realidad su historia. A quién quieren engañar.

También ha sucedido otra cosa: que muchos de esos libros que las editoriales buscaban con entusiasmo, sobre desórdenes alimentarios, pero también sobre abusos, adicciones, exploraciones de la identidad de género y otros viajes de interior resultaron ser brillantes y cambiaron lo que se consideraba literaturizable. No todas las editoras “con cubículo de cristal con vistas al río Hudson”, como describe Klein a aquella, eran sanguijuelas en busca de desgracias. Y, veintitantos años después, la misma autora ha acabado escribiendo bastante sobre sí misma en este libro extraño y brillante nacido de las turbulencias de la pandemia. 

Y es algo que les ocurrió a otras autoras que venían del ámbito académico, como la albanesa Lea Ypi, que sucumbieron a la tentación de la experiencia y entregaron entonces sus mejores textos.

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