El palacio de los sueños

El palacio de los sueños

Los cines, qué duda cabe, son parte insustituible de la memoria de una ciudad. Para quedar fijados en la de Barcelona contaron con un cronista de primer nivel, Terenci Moix, que los convirtió en referencia sentimental e histórica. En su mejor novela, El dia que va morir Marilyn, Amèlia, la madre, evocaba los tiempos de la República por las sesiones matinales aptas en el Kursaal. Su hijo Bruno recordaba la Navidad de 1952, el primer año tras las largas restricciones de posguerra en que Barcelona lucía esplendorosa, por el espectacular decorado de la Cenicienta de Walt Disney a la entrada del Astoria. Bruno citaba “la sensación cinematográfica del año: Marilyn Monroe y Niágara, presente en todos los diarios, en la fachada del Fémina y en las conversaciones” y el Publi, “cine de nuestra infancia”
–y de la mía–, junto al Salón Rosa. Para seguir la trayectoria de un personaje se explica que “estaba a la altura del Savoy”.

FOTO ALEX GARCIA CINE COMEDIA GRAN VIA PASSEIG DE GRACIA. IMPAGO DE ALQUILER 2017/02/06

 

Àlex Garcia

Todos los cines que registró Terenci en su emotivo repaso han desaparecido –el último, el Comedia–, como lo ha hecho su función simbólica. Aquellos palacios del ensueño, con rótulos barrocos, un hall fastuoso y acomodadores fueron perdiendo fuelle, primero por la primacía de la televisión, luego el vídeo, ahora las plataformas. La gran evasión que brindaban en tiempos más oscuros un día por semana la brindan hoy al segundo los teléfonos móviles.

Seguimos acudiendo ilusionados a estos cines sin glamur

Aquellas impresionantes salas de estreno, o las modestas pero eficaces de reestreno, buscaban diferenciarse entre sí; ahora presentan, con alguna encomiable excepción, un aire homogéneo. Pero seguimos acudiendo semana tras semana, porque no es lo mismo ver una película en la sala oscura que en la tele o en el ordenador, y porque nos gusta la ceremonia de ir al cine. Seguimos acudiendo ilusionados a estas salas funcionales y ya con poco glamur, confiando en que cuando lleguemos hayan desaparecido los restos de palomitas de la sesión anterior.

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