Dos gigantes de las letras, George R.R. Martin, creador de Juego de tronos, y John Grisham, el rey de los thrillers judiciales, han liderado una demanda de una veintena de autores contra OpenAI, propietaria de ChatGPT, por “robo sistemático a escala masiva”. Acusan a la plataforma de utilizar el fruto de su imaginación y talento para crear pastiches o continuaciones de sus obras.
Esta iniciativa legal, presentada hace tres meses, hizo bastante ruido por los nombres que la encabezaban, aunque antes un bufete de abogados ya había presentado una similar por violar la privacidad de millones de usuarios de internet y los derechos de autor. Es decir, gente como usted y yo que entramos alegremente en las redes, consentimos todo y regalamos todo lo que somos, pensamos, opinamos o inventamos a los que han visto negocio en nuestra privacidad.
OpenAI, como Cabify, Glovo o Airbnb, no crea nada, solo chupa
Este presunto robo también está tras la huelga de guionistas y actores de Hollywood ante nuevos contratos donde se exigía que regalasen su imagen y sus textos para que después la IA siguiera explotándolos y reproduciendo sin límites.
A finales de año, otro gigante se sumó a la lista de demandas. The New York Times denunciaba a OpenAI y a Microsoft por haber copiado millones de sus artículos para entrenar a la inteligencia artificial: “A través de Bing Chat de Microsoft y ChatGPT de OpenAI, se aprovechan de la enorme inversión del Times en su periodismo, utilizándolo para crear productos sustitutivos sin permiso ni pago”. Los acusados han negado el robo y dicen que si hay artículos que repiten los del Times u otros falsos que se le atribuyen, son “errores excepcionales”.
Cero sorpresas. Cada vez que aparece una nueva empresa que se presenta como modelo innovador de negocio aprovechando las ventajas de internet, siempre acabamos comprobando que su modelo se basa en el trabajo más antiguo del mundo: el intermediario que se queda un porcentaje del trabajo de los demás. Cabify lo hace con las tarifas de los taxistas; Glovo, con las minutas de los restauradores; Airbnb, con el dinero que pagamos por una habitación… No crean nada, solo chupan. Un viejo modelo de supervivencia humana copiado de la naturaleza: la sanguijuela.