Infarto en Los Cármenes
Si nunca hemos sido tan bondadosos, ¿por qué hay más guerras, más asesinatos de mujeres y más soledad que nunca? Igual falta aún más bondad en el mundo. O quizás sobra...
Un espectador del Granada-Athletic de Bilbao sufrió un infarto en Los Cármenes, con 20.000 asistentes. Fue atendido al instante como pocas personas lo son en semejante trance. Personal sanitario del estadio, médicos de ambos equipos, espectadores enfermeros, que trataron de reanimarle sin traslado en ambulancia al hospital, dada la extrema gravedad. Ni modo: falleció. El partido fue suspendido y se reanudó anoche.
Entre disputar una final europea minutos después de la muerte de 39 espectadores aplastados en las gradas de Heysel y convertir el infarto de un espectador en el foco principal median 38 años y una evolución social que, personalmente, me desconcierta.
–¡Usted es un desalmado!
Y cosas peores, pero sigo sin ver esa obligación moral de suspender una actividad colectiva por la muerte de una persona –otra cosa es que eso le hubiese salvado– , como si una muerte fuese un hecho inadmisible, rechazable o indigesto. De ahí lo que, a mi juicio, fue una sobreactuación de la bondad, a la que nadie se atreve a poner un pero o decir que, aun sintiéndolo mucho, estas cosas suceden y la vida tiene que seguir.
No veo obligación moral de suspender un partido en un estadio por la muerte de un aficionado
Lejos de ser atendido sin publicidad, el infarto del espectador pasó a ser el espectáculo en sí. Toda la atención se trasladó del terreno de juego a los último momentos de vida de un socio del Granada, convertidos casi, casi en una retransmisión sobre la vida y la muerte. Por desgracia, todo ese afecto y apoyo –y algo de postureo– no evitó el desenlace. Incorporado a su pesar al espectáculo, el socio anónimo paso a mejor vida.
Me pongo en la piel del difunto, de su familia y de los espectadores. No veo por qué había que dejar de celebrar la vida –el partido dominical– si nadie de los allí presentes tenía parentesco o relación. Cuando vemos a alguien atropellado en las calles y una ambulancia, no se nos ocurre reclamar la paralización del tráfico unas horas por respeto al herido o al difunto. Tanta bondad, no sé yo...