Bonaparte y el amigo invisible
Llegadas estas fechas que abruman, siempre busco respuestas en los grandes hombres, cuyas vidas inspiran en las encrucijadas. ¿Qué pensaría Napoleón Bonaparte del amigo invisible, los regalos del amigo invisible y las cenas de empresa sin verificador de género?
(Y quien dice Napoleón Bonaparte, dice Winston Churchill o Pablo Iglesias junior).
De un tiempo a esta parte, las primeras tres semanas de diciembre se han convertido en la campaña de Rusia sin general invierno. Todo el mundo avanza y agenda alegremente. En lugar de la tradicional excusa de “lo dejamos para después de fiestas” –¡mira que enero y febrero son aburridos y tienen días y noches libres!–, nos hemos puesto de acuerdo en densificar, comprimir y agobiar los días previos a Navidad.
Yo creo que Napoleón Bonaparte desaprobaría este slalom social y fusilaría al primer cabo que sugiriese canjear regalos modestos, insípidos y previsibles so pretexto de hacer equipo en vísperas de la batalla de Borodino.
–Tú lo que quieres, Dupont, felón, es darme la desbandada.
Al gran corso, tampoco le habría parecido buena idea organizar una cena de empresa militar para fortalecer los vínculos emocionales entre el capitán de granaderos y sus subordinados, que cuando de verdad disfrutan es murmurando que el capitán Dutroux, el cejijunto de Arcachon, se entiende con la sobrina del mariscal Laffite.
Yo creo que Napoleón desaprobaría este slalom social previo al día de Navidad
Y es que Napoleón, como Miguel Muñoz, no era partidario de las cenas de empresa porque los muchachos se despistaban, con el riesgo de propasarse con las posaderas del mesón Dumas mientras que concentrados en las afueras de Borodino o en el hotel Arcipreste de Navacerrada saltaban más frescos al campo de batalla.
–Josefina, tranquila, invado Rusia y el día de Navidad lo celebramos sin mi hermano José, a ver si lo casamos con una vasca y sienta la cabeza.
Napoleón Bonaparte habría prohibido a la ciudadanía hincharse a croquetas de berenjena, regalar delantales de cocina con tetas y beber anís del Corso antes del día 25, reservando el derecho a la cogorza para dicha festividad.