El fracaso no es una opción en la COP28
El fracaso no es una opción para la COP28. Esta frase, que sintetiza el deseo de gran parte del mundo, es del discutido presidente de la conferencia sobre el clima que se celebra en Dubái, el sultán Al Yaber, presidente de una importante compañía petrolera de los Emiratos Árabes Unidos. Pero queda muy poco tiempo para el acuerdo porque la citada conferencia se debería clausurar mañana martes, después de dos semanas de intensas negociaciones entre los delegados de 194 países.
Hasta ayer tarde no se había logrado todavía un acuerdo para poner fecha al fin de la era de los combustibles fósiles, que son los principales responsables de la generación de gases invernadero que provocan el calentamiento de la atmósfera. La principal dificultad para ello está en la férrea oposición que mantienen los países productores de petróleo, con Arabia Saudí e Irak al frente.
Negociaciones in extremis para poner fecha al principio del fin de la energía fósil
El sultán Al Yaber reunió ayer a todos los ministros presentes en una reunión extraordinaria, que no estaba prevista, para forzar un acuerdo in extremis. Se comprometió a no aceptar ningún compromiso que fuera incompatible con el acuerdo de París para evitar el aumento de la temperatura del planeta por encima de los 1,5 grados centígrados. Para el mundo es fundamental que la COP28 se cierre con un documento final que contemple la reducción progresiva –a partir de una determinada fecha– de los combustibles fósiles, cuyo consumo hasta ahora aumenta cada año y, con ello, la emisión de gases de efecto invernadero. Los científicos han propuesto que dicha fecha, que marca el punto de no retorno, debería ser el año 2025.
La idea, ayer, era que cada parte presentase sus propuestas para intentar un acuerdo y poder presentar un nuevo texto de consenso en la mañana de hoy lunes. Entre los participantes en la COP28 parece existir el convencimiento de que nunca ha estado tan cerca la posibilidad de señalar el principio del fin de la era del petróleo, del gas y del carbón. En la tarde de ayer la presión sobre los países de la OPEP y, en especial sobre Arabia Saudí, se incrementó tanto desde la UE como desde China y Estados Unidos. Todo el mundo es consciente de que los socios de la OPEP pueden ser los culpables del fracaso no deseado de la COP28. Eso sería una pésima noticia en la difícil lucha contra el cambio climático.
Un compromiso firme y claro de la COP28 para la reducción de los combustibles fósiles es determinante. Hay que tener en cuenta que los acuerdos voluntarios anunciados por un centenar de países y por diversas compañías petroleras, según la Agencia Internacional de la Energía, suponen solo el 30% de la reducción necesaria de emisiones fósiles para lograr la neutralidad del carbono en el 2050.
El otro gran escollo para lograr un acuerdo climático en Dubái está en las ayudas a los países menos desarrollados y a las zonas del mundo más vulnerables al impacto del cambio climático.
Como afirmó también ayer António Guterres, el secretario general de la ONU, la apuesta por las energías renovables es indiscutible. “Es barata –dijo–, cercana e infinita y, por tanto, puede satisfacer las crecientes necesidades energéticas del planeta sin envenenar el medio ambiente y sin calentar la atmósfera”. La estrategia de Guterres, que está plenamente comprometido con el éxito de la COP28, se centra en convencer a las compañías petroleras para que se pasen al ámbito de las energías renovables. A nadie se le oculta, sin embargo, que poner fin a la era de los combustibles fósiles es muy difícil en un mundo que desde el siglo XIX vive y se desarrolla gracias al petróleo. Lograr ese objetivo en la COP28 es una tarea de titanes. Pero cualquier avance que se logre en esta conferencia del clima de Dubái, aunque no sea el ideal, será un gran avance histórico para el bienestar futuro de la humanidad, así como para la conservación del planeta Tierra y su enorme biodiversidad.