Protestas callejeras fuera de control

Protestas callejeras fuera de control

La noche del martes marcó un antes y un después en las protestas convocadas por formaciones de derecha y ultraderecha contra la ley de amnistía, de articulado aún no revelado, y en particular en las que en los últimos días se han sucedido ante la sede del PSOE en la madrileña calle Ferraz. La manifestación del martes, convocada por Revuelta, rama juvenil de Vox, y otras formaciones ultras, contó con la presencia de unas 7.000 personas, muchas relacionadas con grupos reaccionarios que exhibieron símbolos franquistas o neonazis y corearon insultos xenófobos y homófobos, desafíos a la policía y descalificaciones de los partidos mayoritarios y la Constitución. Peor aun, los manifestantes se emplearon con violencia, causando heridas a una treintena de policías.

Tras días de silencio ante la escalada de las manifestaciones, los dirigentes del PP expresaron ayer su rechazo de la violencia. El líder conservador Alberto Núñez Feijóo fue explícito al indicar que los violentos no tienen cabida en democracia, aunque aprovechó la ocasión para redoblar sus críticas a la ley de amnistía. Pedro Sánchez, líder socialista y candidato a presidir el Gobierno de España, se mostró indignado y señaló que estos desórdenes eran, a su entender, la prueba de que su investidura era muy necesaria.

La derecha no puede dejarse arrastrar por la ultraderecha

El PP que ayer tomó distancias de la violencia es el mismo que lleva años dedicando un variado surtido de calificativos hirientes a los socialistas, y semanas invitando a los ciudadanos a manifestarse en la calle contra las medidas de gracia que impulsa el PSOE. Decíamos el lunes en esta página que todos los grupos sociales tienen derecho a salir a la calle, pero que el espacio adecuado para que un partido de gobierno como el PP haga política no es otro que el Parlamento. Allí es donde debe exponer sus ideas y ganar votos. Allí, que no en la calle. Y nunca con violencia.

Entre otras razones, porque el PSOE, al frente del Gobierno en funciones, y ahora buscando apoyos para la investidura de Sánchez, actúa de modo perfectamente legítimo y acorde al ordenamiento institucional, por lo que cualquier llamamiento a la rebelión está fuera de lugar. También porque una cosa es convocar manifestaciones y otra más difícil es controlarlas. Parte de la del martes se encaminó en un momento de la noche hacia el Congreso, lo cual acaso preocupara a cuantos recuerdan el asalto trumpista al Capitolio en enero del 2021.

La función de los partidos mayoritarios no es agitar la calle, sino contribuir al progreso del país y pelear con buenas razones en el Parlamento hasta recuperar el poder. La derecha no puede dejarse arrastrar por la ultraderecha. Y lo más aconsejable para evitarlo es actuar de tal manera que sea imposible confundir a una con otra.

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