La tercera temporada de Exit , la estupenda serie noruega de Øystein Karlsen, trae la dosis habitual de adicciones varias, violencia gratuita, machismo y prepotencia a cargo de los inefables protagonistas, una cuadrilla de inversores sin escrúpulos. Pero, en medio de la locura, siempre queda algo de tiempo para la ternura. Sucede en el arranque del primer capítulo, cuando uno de los personajes acude al hospital a despedirse de su padre en el lecho de muerte. Este, para consolarle, le dice que no tiene por qué lamentar su partida, ya que ha tenido una vida plena llena de experiencias prodigiosas. El hombre, intubado, le cuenta que ha visto “el amanecer en Angkor Wat”, “el atardecer en Atacama”... Añade, arrastrando la voz con esfuerzo, que ha pescado tiburones en Key West, “como Hemingway”, y que ha comido caviar junto al mar Caspio. Finalmente, con la mirada perdida y en un plano corto que da trascendencia a la escena, en un tono evocador, confiesa a su hijo: “He cenado en El Bulli”.
Los mejores recuerdos
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