Confundir imparcialidad con neutralidad es una grave distorsión moral y ética. El imparcial toma partido por la razón y el derecho, sin distinciones ni justificaciones. El imparcial reconoce que, si hay un agresor y un agredido, lo justo –y lo exigible éticamente– es situarse del lado de la víctima, socorrerla, protegerla, ayudarla. El neutral se lava las manos, como Poncio Pilato. Su posición es el relativismo moral y la distancia. Pretende proteger antes sus intereses que ponerlos en riesgo siendo imparcial. Su inhibición es cobardía enmascarada. El neutral no arriesga; el imparcial, sí.
“El periodismo debe ser imparcial pero no neutral ante las guerras”, dijo, por ejemplo, James Nachtwey, ganador del premio Princesa de Asturias de Comunicación 2016. La turbulencia y la desesperación actuales no pueden dejar a nadie indiferente y los medios de comunicación ejercen un papel clave. Howard Zinn, uno de los historiadores más eminentes del mundo, nos recordaba que la distancia profiláctica no es posible ni para entender, ni para habitar el mundo y que “un ser humano verdaderamente vivo no puede permanecer neutral”. En el libro No puedes ser neutral en un tren en marcha, con prólogo de Noam Chomsky, se referencia la vida del autor como una “vida vivida, nunca neutral ni objetiva. Porque solo los objetos pueden ser objetivos, mientras que los sujetos solo podemos poseer el intransferible néctar de la subjetividad”.
La justificación de la venganza es un vulgar e inmoral sucedáneo de la justicia
La justificación de la venganza es un vulgar e inmoral sucedáneo de la justicia. La tentación punitiva, y más si es indiscriminada y afecta a personas desarmadas e indefensas, es un recurso tribal y brutal que nunca sacia la sed de venganza del otro. Es un círculo de destrucción que acaba siendo autodestructivo. Un paliativo criminal que solo consigue ganar tiempo, ya que no se basa en lo justo, sino en el castigo. Al final, los hijos clamarán venganza, si sus padres no tuvieron justicia. Solo la justicia es duradera.
Estos días, las naciones buscan una salida negociada para evitar más sufrimiento inocente. Harían bien en recordar la frase de Kofi Annan, quien fue secretario general de las Naciones Unidas: “Se puede hacer mucho con la diplomacia, pero desde luego se puede hacer mucho más si la diplomacia está respaldada por la imparcialidad y la fuerza”.