El Congreso está que arde

FUTUROS IMPERFECTOS

El Congreso está que arde

Francesc Cambó acostumbraba a hacer pajaritas de papel de todos los tamaños en su escaño cuando se aburría en el Congreso de los Diputados, de eso hace un siglo. No me imagino que ningún diputado se entretuviera con la papiroflexia durante la fallida sesión de investidura de Alberto Núñez Feijóo. La tensión se mascó, especialmente el martes, cuando Pedro Sánchez renunció a responder al presidente del PP, eligiendo al diputado Óscar Puente para “repartir leña”, mientras Feijóo agarraba “un enfado cósmico”, según expresiones de Enric Juliana en este diario. Si alguien hubiera hecho una pajarita en el salón de sesiones, esta habría salido volando por una ventana.

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Daniel González / Efe

La verdad es que los políticos deberían ser más respetuosos con las instituciones. Una sesión de investidura no es una moción de censura. Y no debería celebrarse una sesión de investidura si al candidato no le salen los números, pero tampoco tiene sentido que el presidente en funciones mire los toros de la barrera y envíe al miura de cornamenta más afilada para replicarle. Lo advirtió hace un par de años en la Cámara su presidenta Meritxell Batet: “Los riesgos principales de la democracia no son externos al Parlamento, sino que provienen de la priorización de las dinámicas de enfrentamiento y exclusión ante las de acuerdo e integración”. Pero las palabras sensatas se las lleva el viento, como si fueran pajaritas de papel.

Lejos quedan los días en que Cambó se aburría en su escaño y hacía pajaritas

Luis Carandell relató como, en 1849, el diputado Antonio de los Ríos Rosas dirigió durísimas acusaciones al ministro Luis González Bravo. Este estaba sentado en el banco inmediato y se levantó para recriminarle sus palabras. Ríos Rosas le cogió por los hombros y lo sentó violentamente ante todo el Congreso. La cosa no fue a más, pero se desafiaron en duelo fuera de las instituciones. Estas había que preservarlas. Se batieron con pistola en las afueras de Madrid. González Bravo resultó herido en el brazo y Ríos Rosas lo recogió. Luego hicieron las paces y siguieron combatiéndose en el Parlamento.

Las palabras también hieren a las personas y a las instituciones. Cualquier día agujerearán la cúpula de la Cámara, como las balas incrustadas en los albores de la democracia.

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