Cuando la cifra de muertos, heridos y afectados por el terremoto en Marruecos no deja de crecer, sorprende que el rey Mohamed VI, jefe del Estado y príncipe de los creyentes, no haya efectuado aún ninguna declaración pública –salvo un comunicado un día después de la catástrofe– ni se haya desplazado a visitar las zonas afectadas. El monarca se encontraba en Francia, donde, según medios africanos, se habría sometido a una operación por la sarcoidosis que sufre.
El primer ministro también estuvo callado hasta ayer, en que anunció indemnizaciones para quienes hayan perdido su casa. Y ello mientras aldeas cercanas al epicentro siguen aisladas y sin recibir socorro cuando decenas de países se han apresurado a ofrecer ayuda y la respuesta ha sido que gracias, pero no. Rabat solo la ha aceptado de cuatro estados, entre ellos España, mientras que el rechazo de la ayuda de Francia evidencia el lastre en la relación bilateral.
‘Ausencia’ del rey Mohamed VI, lentitud del Gobierno y rechazo de ayuda internacional
Mientras prosiguen los trabajos contra reloj para intentar hallar a personas con vida bajo los escombros, aparte del ejército marroquí y de los equipos de rescate extranjeros autorizados, es la sociedad civil marroquí la que está desescombrando e intentado hacer llegar ayuda sanitaria, alimentaria y equipos de campaña a las zonas del Atlas.
Mohamed VI tiene, de facto, la última palabra en la gobernanza del país, y nadie puede hablar antes que el monarca, lo que explica el silencio del Gobierno marroquí. Lo que ha sucedido es que periodistas y organizaciones civiles han llegado a aldeas afectadas antes que las fuerzas marroquíes, mientras se rechazaba la ayuda internacional en un país que carece de los recursos necesarios para afrontar una catástrofe de estas dimensiones. El mutismo real en las horas posteriores al terremoto ha generado controversia, y solo se ha visto al monarca en unas imágenes presidiendo una reunión de emergencia. Que Mohamed VI solo haya aceptado la ayuda de cuatro países que considera aliados y haya rechazado la de otros con los que mantiene fricciones geopolíticas muestra las costuras de sus relaciones internacionales.
Algo que debería ser irrelevante ante una emergencia como esta y cuando la prioridad debe ser hacer llegar cuanto antes la ayuda a las zonas arrasadas, hasta el punto de que incluso la vecina Argelia, enfrentada con Rabat desde hace años, ha ofrecido abrir su espacio aéreo para los vuelos humanitarios.
La ausencia del rey va aparejada a reacciones sociales alusivas a que su fortuna –calculada en unos 5.000 millones de euros– debería ser puesta al servicio de la reconstrucción del país. Entre la población, al dolor por las víctimas se suma la indignación por la lenta respuesta de las autoridades. El sentimiento de que el Gobierno no sirve al pueblo sino a sus propios intereses puede dispararse y la gran incógnita es si puede alcanzar a la figura intocable y todopoderosa de Mohamed VI.