Puigdemont y el tobillo de Pedro Sánchez

Puigdemont y el tobillo de Pedro Sánchez

Le sobran argumentos a Carles Puigdemont para tocarle la cara a Pedro Sánchez a cuenta de la constitución de la Mesa del Congreso. También para no hacerlo. De momento, que la decisión final de JxCat vaya a llegar sobre la campana fija definitivamente, con independencia de cuál sea la resolución final, una realidad que aunque sabida no estaba todavía asumida en su totalidad y significado: sin Puigdemont alzando el pulgar en dirección hacia el cielo, la XV legislatura no será más que un aborto tempranero.

El expresidente de la Generalitat ha desvinculado en su última aparición escrita en X (antes Twitter) la constitución de la Mesa del Congreso de la investidura. No es un apunte menor. Los socialistas reciben un mensaje claro en el caso de estrellarse definitivamente en este primer asalto contra el muro negociador de JxCat. Si al PSOE se le escapa el control del Congreso, Pedro Sánchez advertirá por la vía de los hechos que Carles Puigdemont no va de farol. Una decisión en este sentido no equivaldría a dar una patada al tablero, pero sí a una advertencia severa de que las cosas han cambiado. Como empezar un partido de futbol con una entrada a la altura del tobillo del contrario para enseñarle qué le espera durante los próximos 90 minutos.

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont se reunieron en Palau en marzo del 2016

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont se reunieron en Palau en marzo del 2016

Àlex Garcia/Archivo

Donde los unos ven a una mayoría de izquierdas que garantiza impedir el paso a un gobierno conservador (ahora ya sin Vox en la ecuación, tras su renuncia a la exigencia de formar parte de un teórico ejecutivo popular), Puigdemont contempla únicamente al Estado. Para el líder de JxCat, mientras que la derecha le arrea al soberanismo sin importarle que el cuerpo maltratado quede hecho unos zorros, la izquierda lo hace con toallas mojadas para disimular los golpes. Pero el resultado final es el mismo.

De ahí que las presiones sobre él, efectuadas siguiendo al dictado el manual clásico de la política, resulten estériles. A quien él se enfrenta es a un Estado, no a la constitución de un futuro gobierno. De ahí sus condiciones y también su exigencia de cobro garantizado y, siempre que sea posible, por adelantado.

Si al PSOE se le escapa el control del Congreso, Sánchez advertirá por la vía de los hechos que Puigdemont no va de farol

Con JxCat entre los ingredientes del aliño necesario, a Pedro Sánchez ya no le sirven los caramelos repartidos en nombre del gobierno más progresista de la historia. La XV legislatura será la de la reforma de la arquitectura territorial del estado o no será. Decirle no al PSOE en su intento de control de la Mesa del Congreso equivaldría a dejar las cosas claras desde el inicio. Hechos. Convertir en algo palpable lo que hasta ahora no han sido más que declaraciones.

Claro que también hay argumentos para que finalmente Carles Puigdemont actúe en sentido contrario. Sólo que se antoja difícil que antes de la votación para constituir la mesa del congreso puedan tomar cuerpo esos “hechos comprobables antes de comprometer ningún voto” que ha exigido Puigdemont vía redes sociales. Si JxCat da su brazo a torcer será únicamente porqué ha llegado a la conclusión que en este minuto del partido le conviene manifestar buena voluntad y actitud negociadora.

Anunciar, como ha hecho Pedro Sánchez en el último minuto, que impulsará el uso de las lenguas cooficiales en las instituciones europeas aprovechando el semestre de presidencia española no responde a la lógica del “hecho comprobable” que exige Carles Puigdemont, sino más bien a una declaración de intenciones de esas que tanta grima dan al expresidente de la Generalitat que tiene, según sus propias palabras “ninguna confianza en los partidos políticos españoles”.

En diez meses habrá elecciones al parlamento europeo. Son, no debe olvidarse, los comicios en los que Carles Puigdemont se examinará de nuevo en primera persona ante sus votantes. Demasiado cerca para practicar según qué piruetas estratégicas que comprometan su modo de entender la coherencia política. En esos futuros comicios, que pasan habitualmente sin pena ni gloria cuando no coinciden con las municipales, también hay una pista para entender lo que vamos a vivir en los próximos meses con independencia del color de la mesa del congreso.

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