Tal día como mañana, 150 años atrás, surgió el lema que mejor sintoniza con cualquier ciudadano, sea casado y sin compromiso, miembro del club de fans de la eurodiputada Ponsatí o influencer novel que se abre paso en tan abnegada profesión: ¡Viva Cartagena!
La portuaria Cartagena se declaró cantón independiente y republicano el 12 de julio de 1873, rebelión sofocada tras seis meses de asedio. Como la DUI del 2017 pero a la murciana...
Sin embargo, y sin ánimo de ofender al colectivo de cartageneros y cartageneras, quien actualizó el grito de guerra fue un tenor, Mario Cruz. Entonaba una romanza de Marina en el teatro Circo de Cartagena el 5 de febrero de 1927 cuando soltó un gallo.
El muy pillo tuvo reflejos de sabandija y antes de que el público le arrojase tomates –o directamente lo arrojase al mar– gritó con aquel vozarrón “¡Viva Cartagena!”, vítor que solo podía ser correspondido con aplausos por el autodenominado respetable.
La DUI de Cartagena de hace 150 años dejó el ¡viva! que más gusta a los españoles
Nunca sabremos si Jordi Pujol conocía la anécdota, porque hizo lo propio en un mitin que le montó Justo Molinero –échale guindas y subvenciones al pavo–, en Nou Barris, allá por 1999. El público tenía hambre de Los Chunguitos y no del mitin que se le venía encima, de modo que osaron silbar al molt honorable. Pujol lanzó entonces un ¡Viva Camarón!, trocando pitos por palmas.
En este país no se escapa nadie al espíritu del ¡Viva Cartagena!, lo cual explica que España no sea Alemania ni Catalunya una república megaguay. La pulsión individualista tira lo suyo –no escribiré aquí y ahora sobre lo que tira más que dos carretas– y formamos una sociedad razonablemente imperfecta de individuos que solo esperan de los partidos lo que dan por hecho merecer.
Los excesos pasados de PP y PSOE han traído el actual ¡Viva Cartagena! y donde mandaban alternativamente dos, mandarán muchos, un percance como el gallo del tal Cruz en Cartagena. Si hay en Europa un país y unos habitantes incapaces de coaliciones de gobierno eficaces, ese es España. Curioso país que resiste incluso a las ocurrencias de los españoles...
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