El valor de la palabra dada

El valor de la palabra dada

Hace unos días en esta sección felicitábamos a la candidata del PP en Extremadura, María Guardiola, por anteponer sus convicciones a los intereses de su partido. “Bravo por Guardiola”, titulamos con admiración. La dirigente popular se había opuesto al pacto con Vox con el argumento de que no podía dejar entrar en el gobierno regional “a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI”.

La valiente andanada de la política popular ha durado apenas diez días. Ante el riesgo de que se convoquen nuevas elecciones en Extremadura, ayer optó por retractarse de forma solemne y con cara compungida. Su declaración es una frase para guardar en los manuales de comunicación política: “Mi palabra no
es tan importante como el futuro de los extremeños”. Casi a
la misma hora en un acto en Madrid, Alberto Núñez Feijóo,
ajeno a lo de Extremadura, reivindicaba el valor de la palabra: “Sin palabra no hay política”. Lástima que la propia Guardiola
haya dejado en evidencia esta bonita máxima de su líder.

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María Guardiola y el candidato de Vox a la Junta, Ángel Pelayo Gordillo, tras rubricar el acuerdo de gobierno de coalición

Jero Morales / EFE

Al menos en el acuerdo alcanzado ayer entre PP y Vox, la dirigente popular ha arrancado un compromiso “para erradicar los discursos machistas (…) que promuevan o justifiquen la violencia contra la mujer” y no existe ningún punto conflictivo sobre los derechos de la comunidad LGTBIQ+, ni de los inmigrantes. Eso sí, existen puntos que pueden parecer conflictivos, como el mantenimiento de la central de Almaraz o la idea de eliminar “cualquier traba burocrática en materia climática que afecte a la prosperidad o la libertad de los extremeños”.

Lo que está claro es que el acuerdo de Extremadura viene a alinear al PP de esta comunidad con la estrategia de los populares en el resto de comunidades donde han pactado gobiernos autonómicos con Vox. A la dirección del PP le ha costado bastante esfuerzo y desgaste llegar a una triste conclusión: no les gusta pactar con Vox, pero si no hay más remedio hay que hacerlo. ¿Es un preludio de lo que puede pasar el 23-J?

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