Joan Laporta debe de pensar, como Marilyn Monroe, que la felicidad está dentro de uno, no al lado de alguien. Pero eso no implica tirar por la borda a todos los que te rodean. La semana en que el FC Barcelona ha festejado el título de Liga resulta que Jordi Cruyff ha anunciado su marcha. En dos años, Laporta ha echo borrón y cuenta nueva con tres nombres que son leyendas del club: Messi, Koeman y Cruyff.
Joan Laporta y el responsable de fútbol, Mateu Alemany
Además, se le han ido el vicepresidente económico, el CEO, el director de patrimonio, el directivo del Espai Barça, el director digital, el presidente de la comisión económica, el director deportivo y el responsable del fútbol. Ayer, Laporta consiguió que este último reconsiderara su decisión.
Laporta entró en el Barça y despidió a un ejército de ejecutivos simplemente porque habían sido elegidos por el anterior presidente. Costó un dineral en indemnizaciones y seguro que unos cuantos eran mejores que sus relevos. Hasta cierto punto se entiende que quisiera traerse a un equipo propio. Pero es que de estos quedan muy pocos, más allá de los amigos y familiares que se trajo, aunque para ello tuvo que cambiar el reglamento del club que lo impedía. Ha hecho caso a Schopenhauer, el filósofo alemán que escribió que la soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes.
Laporta, como Marilyn, cree que la felicidad está dentro de uno y no al lado de alguien
Ni siquiera un título de Liga puede esconder el problema de gobernanza que tiene la entidad, sobre todo cuando no es una empresa de un único propietario, sino de más de cien mil. Se han tomado decisiones sobre el futuro de la entidad que abren demasiadas incertidumbres de futuro. E incluso desconocemos con qué garantía Goldman Sachs ha concedido créditos que multiplican por cuatro los ingresos del club. Y mientras, los ejecutivos desfilan.
La última noticia desconcertante es que a Cruyff le sustituirá Deco, cuyo oficio no ha sido la gestión deportiva, sino ser agente de futbolistas. Es poner el lobo al cuidado de las ovejas. No parece que Laporta haya pedido un informe previo al responsable de compliance del club.
Tiene su mérito que Laporta se atreviera a coger el Barça en un momento tan complicado, pero la soledad del mánager no justifica que todo valga y que nada se explique.
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