Obama, ¡no vuelvas!

Obama, ¡no vuelvas!

Veintidós euros por una ensalada de lechuga, tomate y cebolla en un restaurante de vagas, en todos los sentidos, raíces gallegas en el corazón del Eixample. (Si persisten, publicaré el nombre del antro).

28 - 04 - 2023 / Barcelona/  Barack y Michel Obama y Steven Spielberg salen del museo MoCo  / Foto: Llibert TEixidó

 

Llibert Teixidó

“¿Por qué no te largaste, idiota –dirán–, al ver los precios?”. Pues porque conmigo estaba Petra Gute, presentadora de la Filarmónica de Berlín en la Sagrada Família ante 200 millones de personas, y cuatro músicos amigos. Le enseñé a decir “Benvinguts a Barcelona” y “Gaudiu del concert” (prefirió gaudiu a disfruteu : le recordaba a Gaudí).

La broma se nos fue a los... ¡seiscientos euros­!”. Y Breogán me ayudó, porque solo tuve que invitar a Petra, porque me había dado entradas de postín para el concierto. Los camareros pusieron al servirnos un interés inversamente proporcional a la factura. Y tuve que ver los rostros compungidos de los demás teutones –España no es lo que era; Barcelona, menos– al sacar la cartera. En ese punto maldije a Obama, Springsteen, Spielberg, Hanks y el resumen del glamur universal que sufrió Barcelona ese finde y que aún sirve de coartada a algunos gángsters de la restauración.

Y me hice otras preguntas: ¿por qué cada vez que se pone en valor la marca Barcelona acabamos pagándolo los barceloneses? ¿Por qué no compensar a los barrios que soportan más turismo masivo con rebajas en el IBI, tasas de basuras y demás?

El dinero, en fin, donde mejor está es en el bolsillo del ciudadano

En este punto mi fiscalista de cabecera me advierte que la izquierda jamás rebaja impuestos, porque cree que sabe gastar mejor el dinero que quien lo gana. Y yo le respondo que tampoco las grandes fortunas son las más eficientes asignando recursos, porque tienen demasiados para invertirlos al detalle con acierto y tienden a acumularlos sin más.

El dinero, en fin, donde mejor está es en el bolsillo del ciudadano, porque sabe invertirlo con más eficiencia –lo demuestra la ciencia económica– que los millonarios y los políticos. Impuestos, los justos y necesarios.

Y concluimos así que más que prohibir el turismo, el reto para el político está en lograr que todos –no solo cuatro– nos beneficiemos de él en la medida en que sufrimos sus desventajas. En eso consiste gobernar.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...