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El poder del cuento

FUTUROS IMPERFECTOS

Màrius Carol Consejero editorial

Hay días que uno se levanta y encuentra motivos para la esperanza. Leo que la Feria de Bolonia ha demostrado que los niños siguen adorando el libro de papel, más allá de que vivan rodeados de pantallas. El cuento ilustrado mantiene el mismo magnetismo de siempre, y lo cierto es que no se adapta bien a la tableta.

  

Agustí Ensesa

El libro en general resiste bien a los cambios que ha comportado el salto tecnológico que han dado nuestras vidas en los últimos veinte años. En la Feria de Frankfurt del 2008 se profetizó el fin del soporte tradicional del libro en una década, en beneficio del formato electrónico, pero esto no ha ocurrido. Se venden más libros de papel que nunca, si bien aquellos que se leen en una pantalla mantienen una aceptable cuota de mercado. Pero el libro infantil en todas sus versione (ilustrado, troquelado, con pop-ups) gana la batalla por goleada.

Tiene su lógica. ¿Quién no recuerda sus primeras lecturas ilustradas con la misma delectación que Proust sentía por las magdalenas mojadas en el te durante su infancia? Más allá del placer, Gregorio Luri aporta el siguiente dato para determinar su importancia en Sobre el arte de leer (Plataforma): el niño que carece de libros en casa presenta, al terminar su es­colaridad obligatoria, un retraso cogni­tivo de año y medio con respecto al que tiene cien y de 2,2 años con el que tiene más de quinientos.

La Feria de Bolonia demuestra que la tecnología no puede con el libro infantil

Y, por si a alguien le quedaba alguna duda, el autor­ incluye las conclusiones de un estudio publicado por la Universidad de Columbia, según el cual la fluidez lectora de un niño de seis años nos permite prever sus resultados es­colares a los 16, y la compe­tencia en lectoescritura a los 16 nos permite intuir el sueldo de una persona a los 42.

La OMS recomienda que los niños no usen las pantallas antes de los dos años y que no pasen ante ellas más de una hora, con cuatro. En cambio, recomienda la lectura como la mejor actividad sedentaria. El libro despierta la fantasía de los niños, les permite compartir y socializar, pero además les ayudará en sus resultados escolares. Bolonia nos enseña el camino. La modernidad también son los cuentos de papel. Y no se les acaba nunca la batería, ni permiten el acceso de los hackers.

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