Se cumple un mes desde que la Cadena Ser sacó a la luz el caso Negreira y en este tiempo quien mejor ha defendido al FC Barcelona es un ex presidente del Real Madrid. En efecto, Ramón Calderón acaba de decir que hay que respetar la presunción de inocencia, que es una frivolidad emitir juicios cuando no se han pronunciado los tribunales, que lo que ha leído son informaciones contradictorias y que resultan una vergüenza los juicios paralelos y las penas de telediario que se están llevando a cabo. Y recordó que todo un presidente azulgrana como Sandro Rosell se pasó dos años en la cárcel cuando era inocente.
Es verdad que la junta directiva del Barça ha encargado un informe externo para saber qué ha sucedido (¿de verdad no lo saben?), pero van pasando los días y los socios, los propietarios del club (de momento), no saben qué cara poner cuando les afean por esos mundos su militancia deportiva.
Entiendo que, con la Fiscalía anticorrupción al frente de las investigaciones, el club debe ser cauteloso, porque cualquier palabra mal empleada puede ser utilizada en su contra. Pero que el presidente Joan Laporta solo haya dicho ante los capitanes de los equipos profesionales y las categorías inferiores “Tengo muchas ganas de enfrentarme a los sinvergüenzas que manchan nuestro escudo”, no resulta tranquilizador.
Pregunta: ¿quiénes son los sinvergüenzas? Quiero recordar que se han personado en la causa todos los clubs, la Liga, la Federación e incluso el Gobierno a través del CSD.
Además, hemos podido oír a Enric Masip, asesor del presidente, decir que hay cosas que ha hecho el Barça pero también otros muchos clubs. E incluso Gerard Piqué ha comentado que quien compra un árbitro no lo hace pagando al vicepresidente de los colegiados con una factura, sino directamente y con dinero negro, que, entendiendo lo que quiso exponer, no ha ayudado a nadie con su aseveración.
En el Barça, se cumple la frase de que cada vez que alguien habla sube el precio del pan
Vamos, que en el Barça se cumple la frase de que cada vez que alguien habla sube el pan. Lo que es una metáfora, claro, porque lo que sube es la temperatura en los estadios y las ganas de colocar en la diana a la entidad. Y como aquí no entra el VAR, mejor que nadie se sitúe en fuera de juego.