He dado el paso. Me he pasado al coche 100% eléctrico sin red de seguridad. Sin tener un segundo vehículo, que es lo que dice el mantra de moda: “El eléctrico está bien si tienes un segundo coche para realizar tiradas largas”.
Me he hecho a la idea de que la experiencia será parecida a cuando cambias de móvil. Al principio no hay forma de hacer las cosas con cierta agilidad, pero te acabas acostumbrando y al final va igual de bien o mejor que el anterior. También, contra mi criterio habitual, he decidido pagarlo con financiación flexible. De estas que a los tres años puedes decidir si acabas de pagar el coche o lo cambias. Por si la tecnología mejora mucho en este tiempo. Son decisiones que tienen mucho que ver con la idea de que los que actualmente optamos por coche eléctrico sin red somos una especie de conejillos de Indias. Aprovecho para hacer público mi reconocimiento a quienes lo han hecho antes que yo.
El primer viaje largo fue a Figueres y, una vez allí, tardé más de tres horas en averiguar cómo recargar la batería. Hay tantas fuentes de carga diferentes, que dependen de tantas empresas y/o administraciones diferentes y están vinculadas a aplicaciones diferentes, que acabé llegando más de dos horas tarde a mi segundo destino. Me había conjurado conmigo misma para no perder los nervios, y la comprensión de mis amigas, que esperaban, lo hizo todo muy sencillo.
Otro efecto del eléctrico es que te preguntas si realmente debes hacer caso a todas las señales de tráfico. ¿Las restricciones de velocidad por alerta por contaminación me afectan si no contamino? Las cumplo, pero estaréis conmigo en que no tiene demasiado sentido. También te ayuda a estar atento a la forma en que conduces. Ves claramente cómo cambia el consumo de batería según la velocidad, la pendiente y la forma de conducir.
Si queremos que las cosas cambien, no podemos seguir igual
En fin, el mensaje de esta columna es para aquellos que se lo están pensando: se puede hacer. Es cuestión de querer. Y otro mensaje para nuestros gobernantes: animadnos a pasarnos al coche eléctrico. Si queremos que las cosas cambien, no podemos seguir igual. En nuestro país solo el 3% de los coches nuevos son eléctricos. Estamos aún muy lejos del 10% de la media de los países de la UE, que tampoco es alta.