La ocupación

Opinión

La ocupación

No esperéis de este cronista la menor crítica a la persona de Magdalena Valerio. Ha sido una ministra eficaz. Sabe lo que es el diálogo después de su paso por ese instrumento de paz social que es el Pacto de Toledo. Y un detalle pocas veces valorado: tiene calidad humana, es buena persona, a pesar de dedicarse a la política, ese trabajo donde tantos cadáveres se dejan en las cunetas de los ascensos. Así que he recibido su nombramiento como presidenta del Consejo de Estado como un hecho político normal y como un depósito de confianza en una persona con méritos suficientes para ejercer ese cargo.

Es más discutible que la figura que presida ese órgano consultivo tenga que ser casi siempre militante del partido gobernante en ese momento. Peor todavía que haya sido ministro, y a veces con categoría de vicepresidente o vicepresidenta. La única excepción de todo el periodo democrático ha sido la de Francisco Rubio Llorente. Si es tan rechazable pasar de un ministerio a la Fiscalía General, no lo debiera ser menos pasar de un cargo de máxima confianza política y coincidencia ideológica a dirigir un órgano que informa leyes o decisiones de gobierno. El hecho de que esos informes no sean vinculantes no disminuye la crítica. El Consejo de Estado es una institución cuyo trabajo sería mucho más respetable si su dirección no estuviese en manos políticas.

¿Quién nos garantiza que con un nombramiento no se pagan servicios o lealtades?

He aquí uno de los problemas de la decaída credibilidad institucional: las instituciones son las personas que las forman y si esas personas proceden de un partido político o de un gobierno sufren un déficit de confianza en su neutralidad. ¿Quién nos garantiza que con algún nombramiento no se pagan servicios o lealtades? ¿Alguien imagina que el presidente de un gobierno de partido llame para una función tan alta a quien le haya criticado? Y metidos en esas dudas, añadamos otra: ¿para cuántas instituciones cuya dirección haya sido reno­vada en los últimos cuarenta años se buscó a ese hombre o mujer “de reconocido prestigio” y probada independencia? Me temo que se pueden contar con los dedos de una mano. Pues todo eso tiene un nombre: ocupación. Y, como estamos en lo que estamos, tiene una concreción: ocupación del poder. Y, como hablamos de ambiciones y de relación con el adversario, tiene una medida: ocupación de todo el poder.

10/11/2015 Madrid / Foto Dani Duch Reunion de Consejo de Estado Informe sobre Catalunya

Sede delConsejo de Estado en Madrid

Dani Duch
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