Romper la baraja

Romper la baraja

Tres mujeres han dado un portazo a la política. Mujeres muy distintas. Y de partidos distantes; antagónicos, de hecho. Elsa Artadi fue la primera. Después se ha invisibilizado Macarena Olona. Y acaba de marcharse Àngels Chacón. Mujeres muy distintas, con una característica compartida. Llegaron a la política con un brillante currículum. Artadi: becada en Harvard, profesora en Milán, consultora en Casablanca y Washington. Olona: premio extraordinario, jefa de la Abogacía del Estado en el País Vasco, alta gestión pública. Chacón: gestora de comercio internacional, gerente de una patronal, pionera de la innovación hospitalaria y comarcal. Currículum de aplauso (a años luz de los políticos de profesión, obligados al servilismo). Mujeres muy competentes que, sin embargo, no han resistido la dureza de la política.

Es muy raro que un hombre abandone la política en pleno vuelo (un caso reciente es el de Pablo Iglesias; y se ha ido a medias). Desde la típica perspectiva masculina, abandonar el avión equivale a fracasar. Por lo general, los hombres evitamos todo comportamiento que pueda ser interpretado como indicio de rendición. Incluso cuando la situación nos causa dolor, evitamos retroceder o aceptar límites, errores, impedimentos. Incluso en la peor coyuntura, resistimos, confiando en un golpe de suerte.

La política: asunto masculino emparentado con los duelos de caballería

Ya sé que escribo en la frontera del tópico y que muchos hombres ni actúan ni han sido educados así. También es evidente que hay mujeres con un ego indesmayable: Ayuso, Borràs. Reconozco, por otra parte, que es complicado convertir comportamientos individuales en ley general. Sin embargo, parece evidente que el irredentismo es muy típico de la política, en la que siempre la cesión es interpretada como derrota o penitencia. Y no puede negarse que la política ha sido durante largos siglos un asunto masculino. Muy emparentado, por cierto, con los duelos de caballería. Por eso valoro como un signo de los tiempos la dimisión de tres mujeres importantes. No entro en sus motivos específicos. Me fijo tan solo en el valor general: el vuelco que estas tres mujeres introducen con su dimisión. Si la política, convencionalmente masculina, permanece en la lógica caballeresca, la única manera de subvertirla es romper la baraja con un gesto irreversible.

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