Una de las preguntas que más les hicieron ayer a las autoridades y los organizadores del Medusa Festival de Cullera tras la tragedia causada por un reventón térmico fue si habían sopesado suspender el acontecimiento ante las previsiones de la Aemet por la ola de calor y vientos huracanados. Tanto el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, como el diseñador del escenario que se derrumbó dejando un recuento negro de un muerto y un par de docenas de heridos respondieron que esa posibilidad no se había planteado ya que todos los permisos estaban en regla y que el vendaval compareció con una virulencia insospechada.
En cualquier caso y a la espera del resultado de la investigación judicial abierta, lo sucedido en Cullera lleva a reflexionar sobre la necesidad de extremar la seguridad de las instalaciones de los festivales, que proliferan en verano. Es cierto que la naturaleza puede mostrarse a veces incontrolable, pero los humanos deben prever y cubrir con garantías posibles imprevistos porque solo así evitarán lamentar daños después.