Se acabó la paz

Europa ha disfrutado un largo periodo de paz, excepcional en su atormentada historia, exceptuando los conflictos en los Balcanes. La bonanza terminó en Ucrania en el 2014, preludio de la invasión rusa en el 2022. Ahora hemos entrado en una época de guerra que afecta a todos los ámbitos de nuestras vidas. La contundente respuesta de la OTAN a la agresión rusa nos sitúa en una nueva guerra fría en la que los adversarios están ya disparando.

Las alianzas se configuran, los conflictos se entremezclan en la geopolítica global. No es solo con Rusia. Se declara a China “desafío estratégico” para Occidente, enlazando así con posibles conflictos en Taiwán, Japón, Corea del Sur y Corea del Norte. Las tensiones en el Pacífico se intensifican. India, con profundas conexiones con Rusia, e Indonesia buscan la neutralidad, Siria se sitúa al lado de Rusia, potencialmente apoyada por su aliado Irán. Pakistán mantiene su relación especial con China y con Corea del Norte. Argelia, enfrentada a Marruecos, estrecha sus lazos con Rusia. América Latina se mantiene neutral, aunque Nicaragua, Venezuela y Cuba reciben asistencia militar rusa. En el Sahel se extiende la insurgencia islámica, lo que obliga a Francia a replegarse. Sudáfrica y Nigeria se sitúan en neutralidad asimétrica, más alejada de Occidente.

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Uncredited / AP

Todo ese entramado global de conflictos potenciales puede encenderse súbitamente. Todo depende de la evolución del conflicto en Europa y la concatenación de nuevas agresiones, cálculos erróneos y deslices irresponsables. De momento, la guerra fría en Europa ya es irreversible. De ahí podríamos evolucionar a la caliente, a la nuclear limitada y a la nuclear global, con la consiguiente destrucción de la especie humana. Rusia controlará el Donbass en las próximas semanas. Podría entonces ofrecer un alto el fuego. Ucrania no aceptará y contraatacará en cuanto complete su rearme contando con el apoyo de la OTAN. La respuesta rusa sería atacar Odesa y mantener presión sobre el resto de Ucrania. Estados Unidos despliega ya 100.000 soldados en el este de Europa, establece su cuartel general en Polonia y ha puesto en alerta sus fuerzas nucleares. Los países bálticos, convencidos de que un día les tocará a ellos, intentan adelantar el conflicto con Rusia, lo que explica el bloqueo parcial de Kaliningrado. Si Rusia se ve amenazada sobre el terreno ante la potencia de sus adversarios, recurrirá a armas tácticas nucleares, induciendo una respuesta similar de la OTAN en territorio ruso. De ahí a una conflagración general todo depende de incidentes no controlables.

La guerra fría en Europa es irreversible; de ahí puede evolucionar a la caliente y a la nuclear

Las consecuencias económicas de las guerras se multiplicarán. La crisis energética, en suministro y precios, será devastadora antes de que hagamos la transición. Lamentaremos no haberlo hecho antes. Y las arengas a defender la democracia no bastarán para acallar el descontento popular de ciudadanos ateridos, empobrecidos y asustados, que no entienden por qué todo estalló y culparán a los políticos. ¿Podemos detener este proceso aparentemente ineluctable? Lo dudo. Pero hay que intentarlo.

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