Una de las consecuencias más negativas de la invasión de Ucrania está siendo la recuperación de la carrera armamentística en todo el planeta. Durante muchos años de la llamada guerra fría, el mundo ha vivido pendiente de la escalada militar protagonizada por Estados Unidos y la Unión Soviética, hasta que se impuso el sentido común y el diálogo ganó la batalla. El primer gran acuerdo se alcanzó en 1972 entre Richard Nixon y Leonid Brézhnev y suponía impedir el despliegue de armas nucleares en el espacio y limitar el uso de sistemas antimisiles. A este acuerdo llegaron otros con diferentes protagonistas y en circunstancias muy distintas, como la que supuso la desaparición de la URSS. Pero siempre se avanzó en la buena dirección. Este ritmo, con reducción constante de arsenales nucleares, se truncó justamente cuando Vladímir Putin llegó a la presidencia de Rusia. Desde entonces, todo costó mucho más, pero la carrera armamentística parecía estar bajo control.
La situación hoy es diametralmente distinta. China ha multiplicado su inversión en defensa; al parecer, construye en secreto una base naval para su ejército en Camboya, y hasta el Pentágono confiesa sin rubor su temor a las pruebas de armamento hipersónico que está realizando Pekín. Irán ha logrado obtener suficiente uranio enriquecido para fabricar su primera bomba atómica. Corea del Norte desafía continuamente a sus vecinos asiáticos con toda clase de demostraciones de fuerza. Y la UE ha dado un paso decisivo hacia su militarización con la recién aprobada Brújula Estratégica, que supone un salto muy significativo en la inversión en defensa. Donald Trump ya no se quejaría ahora tanto de la poca inversión europea en la OTAN, ni seguramente Emmanuel Macron hablaría de “muerte cerebral” de esta organización, como dijo en el 2019. Está claro que Occidente no quiere estar impasible ante estas amenazas y hasta Alemania ha hecho el cambio histórico de invertir en su ejército con un fondo especial de 100.000 millones de euros.
En fin, ya se pueden imaginar a qué sectores pertenecen las empresas que más disparan hoy su valor en las bolsas. El mundo se militariza a marchas forzadas y apenas existe debate sobre ello. Conmocionados por la guerra en Ucrania, el mundo se arrastra así a este ardor guerrero.