‘Britishmania’

‘Britishmania’

Ha sido ver la reina Isabel II en el balcón de Buckingham, saludando con guantes color lavanda el gran día del jubileo y recuperar de golpe esa britishmania que generan las grandes series. Setenta años capeando el temporal bien lo merecía.

Empujada por las circunstancias he vuelto a hacerlo: entrar al cine a refrigerarme y buscar la ficción más allá de lo que me pongan. Hoy entrar solo/a a un cine ya resulta tan atrevido y deleznable como lo fue en su día entrar en un sex shop . Hay quien ni siquiera lo confiesa, pingüe pecado. Pero que de allí nadie te saque, que es terreno sagrado, no tiene precio.

Marion Cotillard ha declarado que Juana de Arco la fascina, que fue una mujer libre de una potencia absoluta

Luego está el teatro, donde todo permanece a flor de piel y el hielo se funde. Marion Cotillard ha declarado que Juana de Arco la fascina, que fue una mujer libre de una potencia absoluta. La actriz le dará vida hasta el 17 de junio en el Teatro Real de Madrid metida en un papel que ya interpretó su madre en el pasado.

Cotillard, ganadora de un Oscar por La vie en rose , afirma que el diálogo la atrapa, “es la primera vez que miro a los ojos del corazón, le hablo, es una emoción muy intensa”. Juana de Arco, pobre, fue condenada a muerte por brujería y otras lindezas de la época y solo de pensar en el calor de la hoguera donde murió vuelvo a otear la sala de cine, tan fresquita ella.

Y ya allí, en el butacón, nos regalan Downton Abbey a lo grande. Otra vez, sí. Nada más gustoso que trasladarte por un ratito a un mundo que fue y no volverá, como el saludo de la reina de Inglaterra en el balcón con hijos y nietos mirando al cielo, con cara de pasmados, el reguero que dejan los aviones. Y mira que es rancio.

O como el castillo de Highclere, esa mansión de campo victoriana de estilo isabelino, a dos horas en coche de Londres, donde se grabaron las primeras escenas de Downton Abbey . El cine tiene esa habilidad: devolverte paraísos perdidos, a veces clásicos, gastados o nublados, pero reconfortantes. Con los que regresar a la casa de la memoria colectiva, al fin.

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