Ernest Hemingway, que era un hombre de frases rotundas, escribió que la mejor forma de averiguar si se puede confiar en alguien es confiar en él. Pero la sentencia no cuadra entre el Gobierno de izquierdas y ERC. Unos y otros insisten en mantener su alianza, pero lo cierto es que todos hemos conocido parejas mejor avenidas. Incluso entre los matrimonios de conveniencia. Hay un dato revelador: de las 111 iniciativas legislativas llevadas al Congreso por el Ejecutivo, los republicanos solo han votado a favor 59. Es verdad que les han aprobado los presupuestos, pero ni siquiera votaron a favor de Pedro Sánchez en su investidura, pues decidieron abstenerse. Y en tres asuntos cruciales como son el estado de alarma, los fondos europeos y la reforma laboral, ERC ha dejado tirado al Gobierno, obligándole a acudir a Ciudadanos para no quedar en minoría.
Díaz reconoció en ‘Salvados’ que, de no aprobarse la reforma, se hubiera ido a casa
El voto contrario de los republicanos en la reforma laboral ha dolido, más incluso de lo que se ha escrito. Por más que se diga que no ha ocurrido nada que no se pueda resolver, ha estado a punto de llevarse al Gobierno por delante. Yolanda Díaz reconoció el domingo en Salvados, que, de no haberse aprobado en el Parlamento la reforma que ella impulsó, se hubiera ido a casa. El PP había seducido (puede imaginarse cómo) a dos diputados de UPN para que votaran en contra de lo que les había ordenado su partido. Casado pensó que había llegado su momentum y jugó fuerte para romper al Ejecutivo, pero entonces votó desde su ordenador Alberto Casero y se le cortó en seco la diarrea que lo había retenido en su domicilio.
Votar con el PP y Vox en contra de la reforma laboral, como hizo ERC (y Bildu) fue toda una singularidad. Algo se ha roto entre los republicanos y en particular con Podemos. Decía El País que Díaz y Rufián han pasado de hacerse selfies a ni cruzarse la mirada en el Congreso. Samuel Johnson decía que nuestro ánimo se inclina a confiar en aquellos que no conocemos, porque aún no nos han traicionado. Lo que es una manera de entender que la vida está salpicada de pequeñas traiciones que hay que recoser con generosidad. No pasando facturas, pero tampoco olvidando ingratitudes.