Una de las consecuencias indirectas de la pandemia es que ha provocado que los comportamientos humanos sean más rígidos e inflexibles. La distancia social, el uso obligado de mascarillas, la PCR, el pasaporte covid, los controles sanitarios, las colas y los confinamientos han enfatizado la tendencia a ver la realidad con la moral del que solo saber destacar las incomodidades del día a día. Esta actitud psicorrígida solo alcanza a ver el vaso medio vacío o roto. La incertidumbre con relación al futuro ha llevado a muchas personas a tales niveles de desconfianza que solo creen poder paliar sus miedos adoptando actitudes de extrema rigidez. La psicorrigidez que se ha manifestado en la pandemia también ha tenido su efecto en las instituciones públicas que no aciertan a adoptar medidas adecuadas para conducir la crisis sanitaria. La psicorrigidez política ha acabado provocando una espiral de tensión y ofuscación a la ciudadanía, atrapada en el obligado cumplimiento de infinidad de normas, muchas de ellas absolutamente contradictorias y faltas de sólidos argumentos.
Franz Kafka hace esta anotación en sus diarios: “Los espectadores se ponen rígidos cuando pasa el tren”. El tren son las decisiones de las instituciones públicas, y los espectadores son los ciudadanos que temen ser arrastrados por la fuerza de nuevas restricciones. Cada vez que las instituciones públicas plantean nuevas limitaciones de la movilidad, los ciudadanos que antes reaccionaban positivamente lo hacen ahora con preocupación. Cuando la política genera en los ciudadanos un desorden psicológico tan evidente debería exigirse a sí misma utilizar criterios más razonados y adecuados a la hora de imponer nuevas normas y sanciones. La quinta ola, que parece que va a poder ser controlada finalmente, dejará paso probablemente a una sexta ola en los próximos meses. Es necesario que los gobiernos preparen una estrategia que evite la sensación de improvisación que hasta ahora tiene la sociedad respecto a la gestión política de la crisis. Vivimos un tiempo en que para alcanzar el bien general se asedia a las personas provocándoles angustia y ansiedad.