El Santo Sudario, en la Costa Brava

El Santo Sudario, en la Costa Brava

la próxima vez que vea a Dan Brown le voy a contar que el Santo Sudario recaló –tras el ataque furioso del diablo a la embarcación donde se encontraba– en la playa de Sant Feliu de Guíxols, desde la que un peregrino lo llevó a la ermita de Sant Elm. Si veo que se interesa, le informaré de los malévolos rumores acerca de la familia que aún lo posee, y luego me lo llevaré a las islas Formigues: “¿Ves, Dan? ¿Notas que se mueven? Eso es porque son barcos piratas petrificados”.

“¿Piratas?”, me preguntará él, lo que me dará pie a hablarle del mítico Barbarroja, cuyas huestes se encarnizaron –como lo oyes– contra las buenas gentes de Cadaqués, Roses y Palamós, pueblos que quedaron humeantes y rojos de sangre. Dicen que su cadáver reposa bajo las islas Medes, pobladas de sirenas, y su alma vaga en pena en un barco fantasma que algunos aseguran haber visto. Y, aunque tal vez eso interesaría más a J.K. Rowling, le señalaré que por estas aguas habitan criaturas marinas tan sorprendentes como el mular, un inmenso cetáceo del que solo hay un ejemplar en el mundo y que muere cada siete años en una recóndita cala, tras haber dado a luz a su única cría. Le recomendaré prudencia porque, en alguna de esas cuevas que se ven desde el camino de ronda, vive Sa Xucladora, una mujer que devora a los hombres que se acercan a ella.

Dan Brown no sospechará que todo eso lo he sacado de Llegendes de mar de la Costa Brava, el extraordinario libro de Miquel Martín i Serra, donde –ocho años antes de su novela La drecera– cuenta las viejas historias que se pasó muchas noches recopilando por tabernas y rincones: por qué la mar es salada, por qué no se debe pescar el día de Todos los Santos... ¿Sabes, Dan, que Noé no encalló su arca en el monte Ararat, sino en el Puig de Son Ric de Begur?

Mulder y Scully se habrían puesto las botas en la Costa Brava –y, sobre todo, sus productores–. Bien pensado, tal vez no le diga nada a Dan Brown. No sé si me haría gracia ver a Tom Hanks encarnando a alguno de los personajes citados. Josep Maria Pou –él sí– sería un excelente pirata.

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