La serie d’Apple TV Ted Lasso debe su éxito a que los guionistas saben sostener, capítulo a capítulo, el disparate argumental del arranque: por vicisitudes de la vida, un gris entrenador de fútbol americano cruza el Atlántico para dirigir un modesto club de la Premier inglesa (el ficticio Richmond), pese a que no tiene ni la más remota idea de las reglas y códigos de ese deporte que en su país llaman soccer . Todo empeora cuando la presidenta despide a espaldas del míster al jugador más mediático, que se va al City y luego abandona a Guardiola para enrolarse en un reality con jacuzzi.
El inicio hoy de la Liga tiene también ingredientes de comedia de enredo. La sección de Deportes da buena cuenta de ello con un despliegue informativo. De entrada, no está claro que se pueda alinear a todos los nuevos fichajes. Barça y Madrid se mantienen como una burbuja al margen de la nueva LaLiga Impulso, regada con los millones del fondo CVC. Los dos grandes, que ya flojearon la temporada pasada en Champions ante equipos que representan el nuevo orden global, se han debilitado aún más. El arruinado Barça inicia la era post Messi de forma traumática, después de una gestión precipitada y turbia de la salida del crack que ha dejado a la afición sumida en la melancolía (muchos jóvenes no saben lo que es el Barça sin el 10) y a la plantilla sometida, sin previo aviso, a un temible test de estrés. Todo en un contexto en el que el epicentro del fútbol europeo parece haberse desplazado hacia ciudades del norte, como Londres, Manchester, París (con bula para todo) o Munich, mientras los presidentes del Barça y del Madrid, entregados a un idilio imposible, perseveran en la quimera de una Superliga que ni está ni se la espera. Hace una década, en plena crisis de la deuda, ambos clubs levantaban suspicacias en la Alemania de Merkel, que no comprendía que un país en quiebra fuera hegemónico en la Champions. Quizás ahora se entienda mejor.
La buena noticia es la imprevisibilidad intrínseca de este deporte, el socorrido fútbol es fútbol . En el caso del Barça, podría pasar que Koeman, Pedri y el resto lograran armar un equipo competitivo, igual que el profano pero motivador Lasso de la ficción acierta a sacar petróleo de sus ofuscados jugadores.