Nueva etapa

Esquerra Republicana de Catalunya ha causado dos pequeños incendios en las últimas semanas. Ambos, bastante artificiales, pero le han abierto el espacio que buscaba para aterrizar en la política española. Ignoro si era una estrategia deliberada, pero no le ha salido mal.

El primer incendio fue la eliminación de la mención del castellano como lengua vehicular en la ley de Educación. Esta mención fue introducida en la ley Wert, en el 2013. Antes, la ley de Educación no decía que el castellano debiera ser vehicular y no ocurría nada. Ahora tampoco ocurrirá nada: los niños de Catalunya continuarán aprendiendo español en la ­escuela y el catalán continuará perdiendo terreno lentamente. Ni la eliminación de esta mención ni la ola de reacciones a favor y en contra tendrán ningún efecto fuera de la escena política.

ERC se ha situado muy bien para tener un papel relevante en Madrid en un momento clave

El segundo incendio fue causado por el acuerdo para crear una comisión que estudie la posible armonización de los impuestos de patri­monio y de sucesiones en ­toda España, una iniciativa sorprendente por parte de un partido como ERC, que siempre ha luchado contra el centralismo y el café para todos. Paradojas de la política. El acuerdo tampoco tendrá demasiados efectos prácticos, aparte de dar combustible a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y endulzar un poco más las relaciones entre la plaza Sant Jaume y la Puerta del Sol, siempre tan fáciles. El objetivo es evitar que la Comunidad de Madrid siga absorbiendo recursos del resto de España, pero estos dos impuestos, en términos de recaudación, representan el chocolate del loro. La armonización, suponiendo que se llegue a producir –porque las comisiones de estudio ya se sabe–, tendrá un impacto muy reducido.

Estos dos incendios han actuado como maniobras de distracción y han permitido a ERC dar apoyo a los presupuestos generales del Estado con un nivel de erosión muy asumible. Es como el prestidigitador que gesticula ostensiblemente con una mano para que el público no se fije en lo que hace mientras tanto con la otra, que es la que­ sacará el conejo de la chistera. El votante de ERC tiene razones para pensar que, si el PP, Vox, Cs, Felipe González, Alfonso Guerra, grupos de militares retirados e incluso la Real Academia de la Lengua se han alborotado tanto, será porque su partido está haciendo las cosas bien. Mejor cobertura era difícil de imaginar. Mientras en Madrid les cuelguen la etiqueta de ser la anti-España, será muy difícil que en Barcelona les acusen de traición.

Superado el puerto de montaña de los presupuestos, ahora el Gobierno y sus aliados parlamentarios tienen ante sí una larga llanura hasta las elecciones generales. Comienza una nueva etapa. Dificultades no faltarán, porque la crisis causada por la pandemia es profunda y la recuperación no será ni rápida ni igual para todos. Como siempre, habrá ganadores y perdedores, y esto genera tensiones. Además, los cajones de los ministerios están llenos de problemas acumulados. Pero el Gobierno central tiene asegurada la legislatura. Después de estos años de gobiernos en funciones y de alianzas precarias, es una magnífica noticia. Y para Catalunya es bueno que ERC, que todo indica que se convertirá en la fuerza política dominante en las próximas elecciones, haya contribuido a ello, porque esto le dará un papel relevante en Madrid en un momento clave.

El Gobierno central y ERC tienen la oportunidad de comenzar a encauzar el con­flicto catalán. No será fácil. El primer paso será conseguir que los políticos presos abandonen la cárcel, porque mientras no estén en libertad no se podrá avanzar. En particular, cuesta entender que los Jordis , que no tenían ningún cargo oficial, estén en prisión. Bastante ha hecho ERC votando a favor de los presupuestos mientras su líder permanece en Lledoners. Lo ideal sería que todos obtuvieran algún tipo de permiso antes de Navidad, o al menos antes de las elecciones catalanas. Pero, tras la negativa del Supremo, es muy difícil. El Gobierno debe actuar con prudencia, porque la cuerda se puede romper. El mundo de la justicia es muy complicado.

La nueva condición de aliado parlamentario permitirá a ERC tener un papel ­­sig­nificativo en el debate sobre las particu­laridades del modelo económico de la Comunidad de Madrid y su relación con el resto de España. Este debate será muy difícil de parar. El problema real no sé si son las di­ferencias de tributación en impuestos transferidos como patrimonio y sucesiones. Intuyo que radica más bien en el su­doku ­endemoniado de la financiación autonó­mica, en la distribución de las inver­siones en infraestructuras, que siempre generará po­lémica, y en la acumulación de capital, de empresas, de contratación pública, de opor­tunidades y de talento en Madrid, im­pulsada por una Administración y por unos círculos de poder que han encontrado ahí la manera de compensar la descentralización auto­nómica. Se trata de un proceso que se viene gestando desde hace veinte años y que ­dudo de que se corrija fácilmente, con armonización fiscal o sin ella.

ERC también podrá tener un papel activo en la gestión y la distribución de los fondos ­europeos de recuperación por la pandemia. Se trata de 140.000 millones de euros, una cantidad que representa más del diez por ciento del producto interior bruto español. No es ninguna broma. Está en juego el mapa económico catalán y español de los próximos diez años. Para Catalunya, no estar representada en este proceso habría sido un desastre. Ya se sabe, hay comidas en las que no estar sentado a la mesa significa formar parte del menú.

Este nuevo papel de ERC en la política española le exigirá un cambio de óptica y de mentalidad. La clave para hacerse respetar es preocuparse del bienestar de todos los españoles, no solo de los catalanes, y esto significa optar por posiciones constructivas en los momentos delicados. A la larga, esta actitud será la más rentable para ERC y, sobre todo, para Catalunya.

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