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Murmullo de WhatsApp

Màrius Carol Consejero editorial

Hubo un tiempo en que los reyes en España podían incluso borrar de sus cuadros a sus validos caídos en desgracia. Así, Felipe IV hizo quitar de una copia del óleo de Velázquez titulado La lección de equitación al conde duque de Olivares, que aparecía al lado del príncipe Baltasar Carlos. Eran tiempos en que los monarcas tenían todo el poder y podían obligar a los ejércitos a hacer la guerra y a los artistas a emborronar sus óleos. Pero el mundo ha cambiado y los reyes pasan el escrutinio de la democracia en los medios de comunicación e incluso en las ficciones televisivas. The crown es un ejemplo. Y Mediaset anuncia El emérito , una serie centrada en Juan Carlos de Borbón. Son tiempos de exposición, que invitan más que nunca a la prudencia, la discreción y a la ejemplaridad de quienes ocupan los palacios.

Lo incomprensible es que estos exmilitares que han enviado una carta a Felipe VI estén más preocupados por la decadencia de España que atribuyen “al Gobierno socialcomunista, apoyado por filoetarras e independentistas” que por su propia decadencia moral, que les lleva en su chat a proclamar por escrito que habría que fusilar a 26 millones de españoles (en realidad ni siquiera los llaman así, sino que los califican como “hijos de puta”). En la carta al Rey intentan condicionar la política del Gobierno y del Parlamento ante cuestiones como la renovación de la cúpula de la justicia o la tramitación del indulto a los presos catalanes. Y sobre todo pretenden enfrentar al Ejecutivo con el jefe del Estado, pero lo más grave es que intentan alejarlo de su papel constitucional.

Con su carta, los militares retirados han intentado poner al Rey en un aprieto

En otro momento de nuestra historia democrática, ante hechos como estos hubiéramos recurrido al latiguillo del “ruido de sables”. En la actualidad, apenas deberíamos calificarlo de murmullo de WhatsApp. Preocupa especialmente que la derecha no sea menos contemplativa con estos mandos retirados y que incluso Vox les defienda y diga que son su gente. Menuda tropa.

¿Debería Felipe VI responder a la carta? ¿Basta con su silencio para descalificarlos? Es evidente que estos exmilitares no le han querido hacer ningún favor al Rey, sino ponerle en un aprieto. Habrá que esperar los próximos discursos reales para ver cómo les responde de forma sutil pero rotunda. Hay quien quiere alimentar el discurso del odio, porque no tiene otro. En el fondo, resulta un acto de debilidad cuando escasean los argumentos. Como dijo Alphonse Daudet: “El odio es la cólera de los débiles”.