José María Maravall –ministro de Educación y Ciencia de los dos primeros gobiernos de Felipe González– lo dejó escrito: “La historia del PSOE está marcada por la coexistencia de dos almas o tentaciones tradicionales de la socialdemocracia clásica: un alma utópica defensora de objetivos revolucionarios y un alma realista empeñada en una práctica de reformas”. Un episodio del enfrentamiento entre estas dos almas , encarnadas en la carne mortal de Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto, degeneró en una lucha abierta en la que hubo bofetadas (como la que Luis Araquistaín le propinó a Julián Zugazagoitia en el parque del Retiro, el 10 de mayo de 1936) y tiros a discreción (como los disparados el 31 de mayo siguiente a Indalecio Prieto, cuando tuvo que salir por piernas de Écija después de un mitin en la Casa del Pueblo).
Además de Prieto, el representante más egregio del alma moderada del PSOE fue Julián Besteiro, hijo de un comerciante gallego de ultramarinos establecido en la madrileña Costanilla de Santiago. Fue uno de los primeros alumnos de la Institución Libre de Enseñanza, donde tuvo por compañeros a Manuel y Antonio Machado, Fernando de los Ríos, Álvaro de Albornoz, Flores de Lemus y José Castillejo. Años después, Besteiro diría de don Francisco Giner: “Fue mi maestro, fue mi padre espiritual, fue mi todo”. Tras una etapa formativa en Alemania, donde se acercó al marxismo, ganó la catedra de Lógica de la Universidad de Madrid. Afiliado al PSOE, participó en la huelga general de 1917 y pasó por la cárcel. A la muerte del fundador del PSOE –Pablo Iglesias Posse– en 1925, Besteiro presidió el partido y la UGT, iniciando una evolución moderada que le llevó a dimitir cinco años después, por su negativa a aliarse con los republicanos, tal y como propugnaba el sector radical del PSOE encabezado por Largo Caballero. En 1934, se opuso a la deriva revolucionaria de su partido. Y, en 1935, Besteiro publicó su libro Marxismo y antimarxismo , en el que adopta una visión revisionista del pensamiento marxista centrada en tres ideas: 1) la existencia de un punto de contacto entre comunismo y fascismo: la necesidad de ejercer en algunos momentos una acción política dictatorial; 2) esta necesidad compartida provoca, a su vez, la lucha violenta entre comunistas y fascistas; 3) comunistas y fascistas llegan a compartir, por ello, ciertos rasgos psicológicos.
La coalición del PSOE con Podemos es determinante, ya que Iglesias reivindica la tradición marxista
Marginado durante la Guerra Civil, reapareció al final para adherirse al golpe del coronel Casado y poner fin a la lucha. El 6 de marzo pronunció un discurso, en el que dijo que “estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique”. Cuando todo acabó Besteiro no se fue. “Me han llamado traidor nuestros rivales –dijo– y me quedo en Madrid para contestarles con mi condena. Además, soy viejo. Correré la misma suerte que mi pueblo”. Estaba en el Ministerio de Hacienda cuando llegaron unos falangistas. “Arriba España”, gritaron. “¿No ha aprendido usted el nuevo saludo de España?”, le preguntó uno de ellos. “No señor –respondió Besteiro–, y lo peor es que, por mi edad, me costará mucho aprenderlo”. Juzgado y condenado a 30 años, murió en prisión el 27 de septiembre de 1940.
Hay episodios más recientes. En el XXVII congreso del PSOE (diciembre de 1976), este se definió como “un partido de clase y, por lo tanto, de masas, marxista y democrático”. La identificación como marxista era el eje de su sistema ideológico. Pero, en mayo de 1978, Felipe González afirmó por su cuenta que el marxismo del PSOE no había sido aceptado “desde el punto de vista social”. El conflicto estalló en el XXVIII congreso (mayo de 1979), provocando la dimisión de González), y se resolvió en un congreso extraordinario (septiembre del mismo año), en el que el PSOE abjuró del marxismo y González regresó a la secretaria general del partido.
Y hoy, ¿qué alma prevalece en el PSOE? Ardua pregunta. Lo que parece claro es que no coexisten dos almas enfrentadas, sino que solo existe un alma encarnada en el presidente Sánchez y un círculo inmediato que él vertebra, en coalición con el núcleo dirigente de Podemos. El resto del PSOE es silente; quizá también inerte. Por eso la coalición con Podemos es determinante, dado que Pablo Iglesias, en su libro Nudo España , –conversaciones con Enric Juliana–, se refiere a “quienes venimos de la tradición marxista”, tras lo cual afirma: “A diferencia del PCE, nosotros no renunciamos a nada, no transamos. (...) No transamos ni siquiera en lo simbólico”. Esta parece ser su alma . Son, por tanto, amistades peligrosas.