El cerebro o el trasero

El cerebro o el trasero

En los años veinte del siglo pasado Marlene Dietrich inició una tendencia, la de asegurar aquellas partes del cuerpo de las que estamos orgullosos/as, que casualmente suelen coincidir con las que nos dan de comer. En su caso se trató de las piernas, unas extremidades extremas, si me permiten la redundancia, por las que en caso de siniestro se pagaría un millón de dólares. A una le parece mucho dinero para la época, aunque a la póliza se añadiera la voz, pero ya sabemos que la historia y el tiempo lo exageran todo, y si no, lo hacemos nosotros por ellos.

Viene al caso por la noticia, afirmada y desmentida, de que otra artista, Jennifer López, ha segurado su trasero por 20 millones de dólares. No es la primera vez que el culo, con perdón, de la artista sale a subasta, con perdón de nuevo, en las redes. Ya hace años se habló de 17 e incluso de 27 millones de dólares, desmentido por la propia cantante, porque, a ver, debe de ser de lo más incómodo tener una retahíla de tasadores y expertos verificando continuamente la chapa y mecánica de la pieza en cuestión, si sufre de abolladuras, alguna raya, etcétera, porque ya sabemos lo que a los seguros les cuesta siempre pagar. Por otra parte, tampoco resultaría extraño que tal póliza fuera cierta, la lista de celebs que han puesto precio a su anatomía (y a cosas más curiosas) es extensa, desde los pechos de Dolly Parton hasta las piernas de Mariah Carey, Rihanna o Tina Turner, la única a la que se lo admitimos porque ella lo vale. Como también parece que lo valen, al menos sobre el papel, la sonrisa de America Ferrera, los dedos de Keith Richards y la lengua, sí, la lengua, de Gene Simmons, el líder de Kiss. Todo es asegurable. ¿Todo?

No sé de ningún científico o Nobel que haya asegurado su materia gris

Resulta que en estas listas no de excentricidades, que cada uno come de lo que puede y le dejan, sino de herramientas corporales varias, aparecen dientes, cinturas, tobillos, muslos... pero no he encontrado ningún cerebro. ¿Nadie, absolutamente nadie, ha decidido asegurar su materia gris? ¿En tan poco la valoramos? Científicos, premios Nobel, creadores, pensadores, escritores... díganme alguno/a que haya puesto precio a su intelecto para el día que las musas, en forma de palabras o raíces cuadradas, decidan dejar de visitarlos/as, algo que con los años nos acaba pasando a todos, si llegamos, igual que esos traseros tan cotizados hoy sufrirán de celulitis mañana.

Esas mentes maravillosas y tan necesarias no tienen precio, pero que un trasero sí lo tenga dice mucho de lo que consideramos valioso.

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