Vacilar se escribe con uve

Vacilar se escribe con uve

Se han hecho tantas campañas publicitarias centradas en una sola letra que podríamos montar una exposición interactiva en el Macba en que cada transeúnte pudiera formar palabras, frases o párrafos enteros. La última la descubrí la semana pasada en las redes cuando una amiga me preguntó qué me parecía. Es “Fem-ho V” y se centra en esta uve que representa el deseo sublimado de una recuperación económica rápida, que toque suelo y despegue con la misma fuerza con que se desplomó, resiguiendo el trazo de una V. En el anuncio de la campaña, conducido por la periodista Agnès Marquès, sale mucha gente conocida ejerciendo de prescriptores de la recuperación económica: ­Joan Dausà, Nandu Jubany, Judit Mascó, Andreu Mas-Colell, el doctor Trilla... La idea es reforzar el impulso preciso para trazar la línea ascendente de la V entendida como gráfica económica. Para hacerlo se recurre al recurso obvio de las iniciales, de modo que los prescriptores nos recuerdan que la V es la inicial de valores como la voluntad, la valentía, la victoria, la visión o la verdad, entre otros, pero el punto fuerte de la campaña es gráfico y coreográfico. El spot termina con todos los participantes formando una V con las dos manos por debajo de la barbilla, como si la enmarcasen, mientras pronuncian el eslógan “Fem-ho bé” que el grafismo transforma en “Fem-ho V”. La idea es que la gente emprendedora envíe sus iniciativas de reactivación para divulgarlas en red. No sé de dónde sale ni quién lo paga (en la web no figura ningún convocante) ni si tendrá mucho recorrido más allá de las buenas intenciones de conectar con las preocupaciones que no dejan dormir a gente de muchos sectores.

Al margen del éxito que pueda obtener, la campaña del “Fem-ho V” contiene un elemento que resulta profundamente perturbador para quienes valoramos la calidad de la lengua. En el 2002 L’Illa Diagonal hizo una campaña de vallas publicitarias para anunciar la temporada de rebajas que se limitaba a un logo y un gran “Revaixes” sobre fondo negro. Generó una cierta polémica. Algunos la defendimos porque el juego de palabras implícito apelaba a un marco mental no interferido, ya que la B (alta) deviene V (baixa) porque baja como los precios y este mecanismo es intraducible, aunque un sector de hablantes aún marque fonéticamente la diferencia entre B y V. Otros la criticaron porque consideraban que provocaría confusión ortográfica entre la población y, como mucho, habrían admitido su publicación con una variación tipográfica en la V, del tipo “ReVaixes”, como cuando alguien entrecomilla un comentario o especifica que habla en broma. Dos décadas más tarde, las vallas originales de “Revaixes” ya no me parecerían un ejemplo de poesía visual. La vacilación ortográfica está tan generalizada que he cambiado de opinión. Pienso en ello cuando intento valorar la magia del “Fem-ho V” y ­solo veo una burda incitación a matar un pronombre y el nombre de la V. Doble combo. ¿Cuántos no leerán “Fem-ho V” como si fuera “Fem Uve”?

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