Un cementerio de imperios
Hace treinta años el futuro de la Unión Soviética liderada por Brézhnev se libró en Afganistán. Pero la presidencia de Jimmy Carter se perdió en Irán tras la toma del poder del ayatolá Jomeini en febrero de 1979. La operación para rescatarlos fue un fiasco. Y perdió las elecciones.
Un informe del KGB indicaba que Afganistán se podía invadir en cuestión de semanas y Brézhnev dio la orden de ocupar un país entero, la última invasión en toda regla que se ha producido en el mundo. Era la Navidad de 1979 cuando diez batallones entraron en el país cruzando por las altas rutas de los Himalayas y entrando sin resistencia en las planicies de Kabul. Tuve ocasión de observar durante tres meses aquella ocupación de un país que había sido uno de los cementerios del ejército británico en el siglo XIX.
Afganistán ha humillado a los ejércitos británicos, soviéticos y norteamericanos
El presidente Carter denunció que se trataba de la intervención más peligrosa que se había producido en el mundo desde 1945. Los soviéticos pensaban que se podrían bañar en las aguas del Golfo sin pensar que aquella invasión iba a poner de manifiesto la fragilidad del Ejército Rojo.
Afganistán fue también el cementerio del ejército soviético que tuvo que retirarse sin haber controlado a un país que, curiosamente, sería el laboratorio ideológico alimentado por la guerrilla que fue apoyada por Carter y también por Reagan a partir del año siguiente. Osama bin Laden era uno de los jefes que lucharon contra los soviéticos con la ayuda de la inteligencia y las armas de Estados Unidos.
Afganistán, decía el primer ministro Harold Macmillan, es como la estación Victoria de Londres, la puerta principal para cualquier expedición fuera de Inglaterra. Es un país con pocos recursos pero ha sido el epicentro de muchos de los conflictos desde los tiempos de la expansión victoriana.
Fue en Afganistán donde se formaron los talibanes que perpetrarían los ataques del 11 de septiembre del 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York. Se respondió con una guerra internacional, aprobada por la ONU, para derrocar a los talibanes que fueron echados del poder.
Pero la guerra continúa. La respuesta para castigar a los causantes de la matanza del 11-S se ha saldado, hasta ahora, con un millón de muertos en Oriente Medio. La guerra de Afganistán es la más larga que han librado tropas norteamericanas. Y no se sabe cómo acabarla. Los talibanes vuelven a controlar el poder y el territorio. Los afganos saben que han vencido al imperio británico, al soviético y también al norteamericano.