La decisión

La decisión

En estos momentos en los que el partido que ha ganado las elecciones ya ha formado una coalición con Unidas Podemos para desblo­quear la gobernabilidad del país, ahora resulta que para que todo se consolide es necesaria como mí­nimo la abstención de ERC. Pues bien, ERC se encuentra en la disyuntiva entre ese apoyo a un gobierno progresista, con el que tiene varios puntos programáticos en común, y las próximas elecciones catalanas, que, a más tardar, serán a principios de primavera o quizás incluso antes. ¿Por qué la disyun­tiva? Pues porque ERC teme que JxC, que ya ha dicho que no votará de ninguna manera a favor de ese gobierno progresista (ya era de esperar), se quede con el liderazgo del in­dependentismo en Catalunya y eso tenga un precio para ellos en las elecciones catalanas.

Pero bien mirado, tan sólo con este gobierno progresista ERC podrá tener alguna esperanza de algún tipo de consulta pactada, sea inmediatamente o en diferido de aquí a un tiempo convenido. Porque si este gobierno no sale por la negativa de Esquerra, el que pueda salir en unas terceras ­elecciones puede ser el de una derecha dura tutelada por Vox, y entonces ya sí que ERC no necesitará proponer nada de nada porque ese triunvirato reaccionario ya se propone desmantelar el Estado de las autonomías o instaurar un 155 permanente, además de un retroceso social de 50 años sobre el Estado de bienestar que tanto nos ha costado conseguir.

De manera que el sentido común más básico dice que hay que dar apoyo a ese gobierno sí o sí, por interés propio y por el del país. Aparte del pacto que pueda hacer, existe ­algo más importante todavía: parar la ola de la ultraderecha que se expande ahora aquí y también por Europa. Yo he crecido bajo el fascismo del franquismo y no se lo deseo a nadie. No cabe ninguna comparación con lo que los jóvenes, como Gabriel Rufián, por ­ejemplo, dicen ahora del fascismo. No se lo pueden ni imaginar.

Sé que la situación es complicada, pero quizás ha llegado el momento de la gene­rosidad mutua para arreglar lo que es arreglable, tenga el nombre que tenga. Joan Tardà lo recomienda y también Oriol Junqueras. Y por encima de todo, todos los ­demócratas de este país estamos por esta solución. Este es un apoyo que requiere un hombre de ­Estado.

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