Sevilla tiene un color especial

Sevilla tiene un color especial

Me faltan dos años y cuatro meses para cumplir los setenta. Eso significa que –aunque se avistan nuevas elecciones pronto– si Dios quiere me habré pasado la vida sin haber tenido que ser nunca presidente de mesa, ni vocal, ni siquiera suplente, esa figura que se presenta a la hora en la que se constituye y, si el presidente y los vocales no se han escaqueado, respira aliviado, da media vuelta y se va al bar más cercano a desayunar.

Desde que a finales de los setenta la gente pudo volver a votar –aunque a veces lo hagas y la digamos justicia procese a los escogidos–, cada vez que se acercaba una, pensaba qué excusas podría alegar en caso de que me llegara a casa el papelito que te ordena participar. Imaginé diversas pero nunca una tan buena como la del sevillano que pide no ser presidente de mesa el próximo 10 de noviembre porque tiene que ir al Benito Villamarín a ver el partido entre el Betis y el Sevilla.

No podrá estar en la mesa electoral el 10-N porque quiere ir a ver el Betis-Sevilla

De él sólo sabemos que se llama Francisco y que es el socio 3.498 del Betis. Ha enviado una carta a la Junta Electoral con un redactado delicioso. Dice que le han notificado que debe ser presidente de mesa, que renuncia porque en agosto pagó 330 euros por un abono para ir a los partidos del Betis durante toda la temporada, que cuando lo hizo no sabía que el día del derbi sevillano habría elecciones y que “faltar a dicho encuentro deportivo supone para el dicente un menoscabo en su estado de ánimo y un daño moral incalculable”. Alega: “El dicente, defensor a ultranza de la Carta Magna y cumplidor celoso de los deberes civiles que dimanan de la misma, de tal manera que si la celebración de las elecciones generales no coincidiera temporalmente con la fecha fijada para el antedicho encuentro deportivo, estaría orgulloso del nombramiento como presidente de la mesa electoral. No obstante, coincidiendo ambas citas en el día y debiendo prevalecer la asistencia de una sobre otra, don Francisco no puede más que decantarse por el partido de su equipo, el Betis, al que ha antepuesto en circunstancias únicas y de trascendente importancia a lo largo de su vida, tales como la fecha en la que contrajo matrimonio o el nacimiento de su primera hija, al que no asistió por estar en un encuentro deportivo”. Chapeau .

Lástima que mi interés por el fútbol sea escaso y que si ahora me hiciera socio del Barça –¿de qué club, si no?– no colaría. Sólo me queda esperar que estos dos años y cuatro meses pasen rápido (al ritmo actual, en ese periodo habrá cuatro elecciones) y que no reciba el papelito fatídico. Una vez llegado a los setenta ya podré dejar de sufrir.

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