LA politóloga Nicole Hemmer, que tiene un blog ( Made by history) en The Washington Post, hizo una definición de Donald Trump antes de iniciar su mandato que sigue siendo válida: “Trump es una mezcla tóxica de Barnum (artista circense) y abusón de escuela. Será el mejor amigo de quien pueda ser una presa fácil, pero, si alguien se da cuenta de la estafa, no durará en hacerle luz de gas. Si le formulan una pregunta, mentirá sin inmutarse; si lo llaman falso, se declarará ‘fiel a la verdad hasta la médula’; si le presentan pruebas que lo contradigan, se encogerá de hombros y repetirá su embuste. Tal vez cambie de tema, pero nunca cambiará de mentira”.
Esta definición es bastante parecida a la que hizo Kim Darroch, embajador del Reino Unido en Estados Unidos, que ha dimitido después de que se filtraran sus críticas al inquilino de la Casa Blanca. En sus correos diplomáticos secretos había pasado informes donde se calificaba a Trump de inepto. Su análisis era este: “No pensamos que esta Administración llegue a ser en algún momento más normal, menos disfuncional, menos impredecible, menos desgarrada internamente, menos desastrosa e inepta”. La reacción de Trump ha sido propia “de abusón de escuela” que diría Hemmer, pues llamó a Darroch “pomposo”, “chiflado y estúpido”. Y de paso ofendió a quien le nombró, Theresa May, de la que afirmó que no podía haber hecho un manejo más estúpido del Brexit.
Trump cree como Ustinov que los diplomáticos no son más que maîtres de hotel distinguidos. La política exterior la va improvisando día a día, para desespero de su secretario de Estado. Lo más sorprendente de este incidente es que documentos secretos del Foreing Office fueran filtrados al diario Mail on Sunday. Ello demuestra la descomposición del Gobierno británico, capaz de destruir el servicio diplomático por sus guerras de sucesión. Los torys han perdido el rumbo de su historia. Y el de su país.