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Allá en el quinto pino

A mediados de febrero el presidente filipino, Rodrigo Duterte, anunció a la población que considera que ya es hora de cambiarle el nombre al país. Filipinas se llama así porque el explorador español Ruy López de Villalobos lo bautizó en honor del príncipe Felipe de Castilla, que después se convirtió en rey como Felipe II. La propuesta la había hecho ya el dictador Ferdinand Marcos, cuya fiel esposa fue la famosa Imelda, la mujer con más pares de zapatos de la historia de la humanidad. Duterte reconoció los méritos de la idea de Marcos: “Tenía razón. Quería cambiar el nombre a Maharlika porque es una palabra malaya que está más relacionada con el concepto de serenidad y de paz”. Al presidente del Senado, Vicente Tito Sotto, la idea le parece oportuna pero advierte que, si finalmente tira adelante, el proceso será largo porque hará falta una reforma constitucional.

El motivo, obviamente, es el deseo de eliminar referencias innecesarias al pasado colonial. Es evidente que el pasado colonial existió y ha contribuido a hacer el país tal como es ahora, pero quizá no es necesario rendirle homenaje cada día. Sintomáticamente, pocas semanas después y también en aquel rincón de mundo que para nosotros es el quinto pino, el mismo deseo ha llevado ahora a las islas Cook a plantearse también un cambio de nombre. El país se llama así en recuerdo del inglés James Cook, que por primera vez lo exploró en el año 1773. No fue él, claro, quien las bautizó con su apellido, sino que fueron unos navegantes rusos en el siglo XIX, que no debían de tener a mano un nombre mejor para definirlo. Pero la cosa arraigó y ya lo llamaban así cuando se convirtió en un protectorado británico, y después cuando quedaron bajo jurisdicción neozelandesa, y luego cuando se independizó en los años sesenta, con un estatus de libre asociación con Nueva Zelanda, que hace que sea este país quien las representa internacionalmente.

Tienen sobre la mesa unas sesenta propuestas de nuevo nombre. Parece que la que tiene más posibilidades de ganar es Avaiki Nui, que remite a un intento anterior, de 1994, en el que propusieron llamarse Avaiki (sin el Nui, parece). Organizaron un referéndum pero la población prefirió seguir con Cook. Ahora lo volverán a intentar. El presidente del comité que se encarga del asunto explica a la agencia France-Presse: “En cuanto se ha reunido el comité, que cuenta con historiadores de las islas Cook y expertos en nuestras tradiciones, hemos decidido que ha llegado el momento de cambiar el nombre del país”.

No es nada que nos venga de nuevo a los que en el instituto estudiamos que había unos países que se llamaban Ceilán, África del Sudoeste, Pakistán Oriental y Rodesia del Sur para, después, cuando ya éramos mayorcitos,­encontrarnos con que nos los cambiaban por Sri Lanka, Namibia, Bangladesh y Zimbabue. Mientras tanto, aquí hay algunos que se rasgan las vestiduras sólo porque cambian el nombre de una calle.